
Reinaldo Cedeño Pineda es uno de los intelectuales más completos que tiene ahora mismo Santiago de Cuba. Eso se pudo comprobar recientemente en la Biblioteca Provincial Elvira Cape en el mes de diciembre de 2022. En el espacio El autor y su obra quedó expuesta parte de su obra. El periodista, graduado por la Universidad de Oriente; certificados y reconocimientos atestiguan su recorrido, ganador entre otros, de periodismo en prensa escrita y radial, y en nota discográfica en dos ocasiones en el Premio Cubadisco. Reconocido por el Ministerio de Cultura con el Premio de Periodismo Cultural por la obra de la vida José Antonio Fernández de Castro en 2021.
Allí se mostró también la faceta del narrador y del poeta. Allí se vieron fotografías con grandes personalidades de la cultura cubana. Quien quiera tener en el futuro parte de la historia cultural de Santiago de Cuba, y de este país, tendrá que acudir a los textos de Cedeño, en periódicos o revistas, impresos y digitales. Él ha sabido darle a la cotidianidad del arte, la trascendencia; ha sabido darle valor a lo aparentemente, común. Se mueve en el diverso mundo del arte, en todas sus manifestaciones, y de la vida.
A Cedeño se le reconocen sus crónicas, entrevistas. Hay quien prefiere sus trabajos de opinión, sus cuentos o poemas. Cedeño ha escrito sobre música, danza, personajes populares, teatro, radio, televisión, José Martí, literatura, deporte, diversidad sexual, y mucho más. Sirva esta entrevista para recoger su aporte a un tema que fue muy peliagudo, y aún existen tabúes, en el que este Rey, Cedeño, ha aportado a muchos para evitarles el salto, y a otros ha mostrado rutas para poder comprender mejor la conducta humana.
¿Crees que en Santiago existen espacios para la comunidad LGTB+? y espacios desde la comunicación y espacios públicos que sensibilicen y fomenten respeto a la comunidad?
Lo primero es el concepto de comunidad que manejemos. Sí acaso fuese el de un grupo de personas con intereses comunes, organizados y capaces de articular estrategias; entonces en mi opinión en Santiago de Cuba, sería más propio hablar de pequeños círculos o grupos LGBTI que han logrado visibilizar y participar en ámbitos públicos. Por ejemplo, la Red Social Comunitaria Humanidad por la Diversidad (HxD Santiago) que lidera Manuel Lescay, y el grupo de mujeres Las Isabelas, que encabeza Isel Calzadilla, cada uno con su propio camino. Son algunos de los que conozco de manera más cercana, aunque no sean los únicos.
Te voy a confesar que nunca me han gustado las letras para “ubicar” a una persona, una persona es siempre más que L, más que G, más que T, más que Q; pero entiendo que es una manera, digamos convencional para agrupar a las diversidades. En todas las esferas de la vida santiaguera existen personas con diversidad de orientaciones sexuales, tanto aquellas que se asumieron públicamente o aquellas que siguen en el clóset, que viven una vida intramuros o “clandestina”. No hay que olvidar que, pese a las apuestas y acciones por la diversidad en los últimos años, todavía existe una tenaz costra de prejuicios por traspasar, hay muchas familias que piensan que un gay o una lesbiana o un trans es un baldón.
Para hablar de espacios habría que especificar. Hay algunos que sin ser diseñados especialmente para las personas LGBTI, fueron tomados eventualmente como lugares para el intercambio. Una necesidad insatisfecha genera siempre un lugar para satisfacerla, que se asimila, se reconvierte o se refunda. Así fueron, por ejemplo el patio del Cabildo (sala Van Troi), ciertas propuestas del Ateneo Cultural Licenciado Antonio Bravo Correoso ―su desaparición como institución cultural generadora de proyectos, debía llorarse―, el llamado boulevard santiaguero o el Café La Isabelica, que incluso generó un excelente tema como “Café” del reconocido William Vivanco, uno de cuyos fragmentos dice: “Unos se enjutan el café pagado, otros se buscan variedad de abrigo / Allí la noche se viste de prostituta, de loca y de santo / y alguna lágrima va soterrada, en ese muro de ese viejo antro”.
Desde las direcciones de salud, se pensaron algunos espacios, cuyo objetivo se centraba en la prevención de las infecciones de transmisión sexual (ITS). Fueron tiempos duros al principio, de muchos temores por salir, de muchas preguntas. Hubo gente valiosa y sincera en esos menesteres que tomaron los parques. Sin embargo, ante la falta de otros espacios visibles para la comunidad LGBTI, parte de la población hacia la que se irradiaban los mensajes, hizo una liga de lo gay y el Sida ―tomándola como aparente sinonimia― y eso tuvo efectos sicológicos adversos.
“Ser periodista es ser niño, con los ojos de asombro siempre abiertos. Tener voz, sin ser vocero. El periodista no escribe para complacer a nadie”. Así afirma …
Ha llovido mucho desde entonces, por suerte, porque eso ha contribuido a un conocimiento mucho mayor. En tiempos más recientes, he participado como invitado a una peña dedicada al universo trans (“D’nosotras transformando”), responsabilidad de personas de alta sensibilidad como Daniel Marzabal y Graciela Viñas. Forma parte del Programa Nacional de Prevención del Vih-Sida y las ITS del Ministerio de Salud Pública, mas han partido del crecimiento personal, el espectro cultural y recorren un abanico mucho más amplio.
Ahora, dicho así “espacios públicos que sensibilicen y fomenten respeto” hacia lo LGBTI desde las instituciones existentes, encontramos francamente muy pocos. Los espacios de socialización LGBTI en Santiago de Cuba son privados. Vistos en el tiempo, primero fueron fiestas “clandestinas” en casas que “todo el mundo” parecía saber en qué lugar estaban. Fue un goce arrancado a la hipocresía. En el interín surgieron algunas discotecas a los que mucha gente llamaba despectivamente “patotecas”. En estos momentos, hay espacios nocturnos privados para el esparcimiento basado en el consumo, donde regularmente se presentan artistas del transformismo, en escenarios improvisados que no reúnen las condiciones adecuadas.
También hay teatros que se abren a las galas contra la Homofobia, los 17 de mayo; pero el diseño debe atraer a la par de transformistas seleccionados por su nivel cualitativo ―como todo arte que se respete― a artistas de primer nivel, de probada convocatoria, que apoyan la causa de la inclusión. Esas jornadas, en mi opinión, también deberían incluir a escritores, pintores, bailarines, teatristas, conferencistas, historiadores… que traten el infinito universo LGBTI desde diversas aristas, de manera tal que sus propuestas ganaran en espesor.
Perdona la dilatada respuesta, lo LGBTI es un universo múltiple que no es fácil de abarcar. Hay que salir definitivamente de cualquier ghetto, del rescoldo, para proyectarse como parte imprescindible del día a día de la ciudad. La diversidad es cotidiana pues vivimos en ella. No será tarea de un día, mas resulta inexcusable, ya ha habido mucha infelicidad acumulada por el silencio y por la discriminación velada o explícita.
Hace un tiempo creaste el blog La isla y la espina y publicaste textos que visibilizan los temas LGBT+. ¿Qué soñaste con el blog, qué trabajos publicaste?
El blog La isla y la espina fue una solicitud, una invitación hecha por la Unión de Periodistas de Cuba (Upec). Yo mismo no sabía el alcance que tendría cuando me enrolé a finales de 2007 en esa aventura. Lo inicié con una polémica alrededor de un programa de televisión y ese ambiente polémico, marcó la línea. El blog acabó enrumbándose como una página “por la cultura, la diversidad y la inquietud del pensamiento”. Comenté muchos temas culturales, del universo audiovisual, de geografías diversas, crónicas íntimas y también di un espacio al universo LGBTI.
Tuve que estudiar, leer mucho. Aprendí de las grandes figuras del arte que se dedicaron, por ejemplo, a trabajar el desnudo masculino: fundadores como el barón von Gloeden hasta clásicos como el fotógrafo Robert Mapplethorpe, Tom de Finlandia y sus seres hipersexuados desde un dibujo magistral, las fotografías coloreadas y apropiaciones de Pierre et Gilles, el israelí Nadav Kander y sus singulares desnudos deportivos, el australiano Paul Freeman y su recreación del Batallón Sagrado de Tebas, entre muchos otros. También incluí poemas, poetas, fragmentos narrativos que tratan la diversidad en sus obras, cubrí por mi cuenta algunas galas, opiné, trabajé historias (a veces dramáticas) que me contaron a modo de testimonio… Incluso, tuve el placer de que me escribiera un cubano injustamente olvidado, German Puig ―toda una referencia de la fotografía y el audiovisual―, ya desaparecido. Eso le trajo al blog muchos seguidores.
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Te cuento algo, desde una institución cubana cuyo nombre no quiero acordarme, calificaron el blog de “porno”, porque en uno de los trabajos incluía un desnudo del afamado (y sin dudas, hermoso) bailarín ruso Rudolf Nureyev. Sobre un inmaculado fondo blanco, se mostraba al artista fotografiado por Richard Avedon, quien sostenía la teoría de la “derrota anímica”, sometiendo a sus modelos a extenuantes sesiones de trabajo que, según él, les impedía posar.
Me dieron ganas de hacer lo que hizo una maestra cuando un alumno le cuestionó que lo que ella explicaba no era erótico, sino porno… al otro día, la profe proyectó un fragmento de una cinta porno, para escándalo de algunos, para que supiera apreciar bien la diferencia. Lo curioso es que todas las imágenes que usé forman parte de colecciones de galerías, museos, libros, fundaciones… de acceso público, por lo que comprendí cuanto podía aportar humildemente a vencer las descalificaciones basadas en la ignorancia. En tiempos de pandemia, en el encierro, creé OTREDADES un grupo de construcción colectiva desde las redes sociales, que se encuentra en plena expansión, que busca amplificar estos temas. Tengo seguidores muy exigentes.
También participaste en espacios públicos de la ciudad y usaste la poesía… Como periodista, ¿cómo ves que se promueven y visibilizar estos temas? ¿Y desde lo cultural?
Todo el que tenga voz que la levante contra todas las discriminaciones. Esa preocupación me guió a crear en el Café Teatro Macubá ―con la generosidad de Fátima Patterson y su equipo técnico por el medio― un espacio por la inclusión llamado PIEL ADENTRO. Fue un atrevimiento que compartí con mi colega y amiga, Katiuska Ramos. Hicimos labores de dirección artística y conducción en un teatro, algo que jamás había probado. Durante un año apostamos al diálogo y al arte, mezclamos entrevistas a especialistas, actuaciones, secciones cinematográficas, narración oral, canto, el arte de un drag queen, un proyecto con una niña Síndrome de Down. De esas experiencias pensamos preparar un libro.
Comenzamos con el homenaje a un célebre personaje santiaguero del mundo gay, Patricia (José Daniel Roibal Granados) que desafió a todos con su autenticidad, que resistió todo, cuando burlarse de los “pájaros, maricones, patos” era parte de nuestro folclor nacional. Creo que la sociedad santiaguera se lo debía. Nos dimos el placer de invitar a sus vecinos y conocidos. De allí salió la crónica “Patricia, no me voy a callar” , en versión radial, y otra evocación escrita que recoge el libro Las pequeñas palabras (Editorial Oriente, 2019), bajo el nombre “Patricia: dolor ante el espejo”.
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También dedicamos espacios a la discriminación por razones de sexo, discapacidad, origen territorial, hubo uno titulado “Cuando una mujer besa a otra mujer”. De allí salió un documental sonoro que hice junto a Katiuska Ramos y que alcanzó varios premios. Se llama Escondida… ¿de quién? y el sitio Cubaperiodistas permite acceder a su construcción
La cita dedicada a la mujer lesbiana, recuerdo que la comencé leyendo fragmentos de poemas de Safo y de las cartas de la chilena Gabriela Mistral a su amada Doris Dana. Recordamos aquel célebre titular de El País: “Gabriela era lesbiana: ¿qué hacemos?”. La poesía es poderosa, es imprescindible. En otra ocasión, sobrevino el silencio y luego un aplauso agradecido, cuando leímos un poema de tanta cala como “Palabras harto conocidas” del holguinero Delfín Prats, un retrato del desamor, de la soledad, del interés que nos va asfixiando. Piel adentro, fue una experiencia desafiante, y por todas partes, enriquecedora.
Desde los medios de comunicación, se ha hecho, se debe y se puede hacer mucho más. Nunca me han gustado las estridencias de las campañas, prefiero el día a día, más suave tal vez, pero más constante. Hay muchas historias que contar que estremecerían al más sereno. Nos toca.
¿Cómo abordas el tema en tu obra de ficción?
Pues mira, nuestro libro Poemas del lente, Premio Hermanos Loynaz 2011, contiene varios poemas basados en cintas que tratan el mundo LGBTI, entre ellas una que me arrasó, Plegaria por Boby, filme norteamericano de 2009 que aborda un suicidio por incomprensión familiar. Si me permites te transcribo el pequeño poema:
No digas que fue inútil
que fue débil
su escueto modo de decir adiós
que fue pecado tomar el puente por altar
que fue pequeño su vuelo de paloma moribunda
que no sentís el traqueteo de las ruedas sobre el cráneo
no digas nada.
Mira la delicada nervadura
la leve respiración del hijo
arranca cada partícula de odio
por Bobby
por los que ahora mismo está naciendo.
(“Plegaria”)
En mis dos pequeños libros de cuentos publicados hasta ahora, La edad de la insolencia (Ediciones Caserón, 2013) y Obstinado silencio (Roque Libros, 2020) hay relatos que tratan esa temática, como “El baño del diablo” y “La capucha”. El primero se inspira en una historia real, ocurrida en una escuela al campo, en un baño colectivo; y el otro, aborda el mundo subjetivo de un chico insaciable que ha decidido por un instante, ser solo un pedazo de carne.
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En 2021 me atreví a participar en el concurso de relatos eróticos Farraluque y fui finalista con el relato “El examen”. Se trata del asombro de un compañero que duerme cerca de otro y que debe fingir que no pasa nada, cuando tiene frente a sí, todas las noches, una línea de fino vello masculino que llega hasta el pubis, cual una flecha… Ahora mismo trabajo en un tercer libro de relatos que por vez primera estará dedicado por completo a la temática LGBTI. Lo hago sin apuros, te confieso que estoy en un momento de transición, necesito un poco de tranquilidad, han sido tiempos muy duros estos.
¿Crees que Santiago de Cuba es una ciudad homofóbica?
El 17 de mayo de 2011, viví en Santiago de Cuba la marcha contra la homofobia que partió de la Plaza Dolores hasta la Plaza de Marte. El territorio era la sede central de la Jornada contra la Homofobia. Fui como reportero, pero decidí incorporarme. Me emocionó ver la bandera multicolor junto a la bandera cubana, me contagió esa energía. Al paso de la caravana, escuché algunas expresiones de desaprobación. Recuerdo particularmente un rostro muy duro, de una persona de mediana edad que yo conocía. Pasaron casi diez años y para mi sorpresa, me encontré a esa persona con su hijo, en uno de los espacios que hicimos en Macubá por la inclusión. Nos saludamos, su expresión había cambiado mucho.
Más de una vez he definido a Santiago de Cuba como un caballo brioso al que es preciso asirse con fuerza, pero ese espíritu indomable asiste también a los que luchan por construir una sociedad más justa y más contemporánea. Ninguna lucha es fácil, pero todos tenemos derecho a ser felices, sin recetas que nadie dicte, libres de cualquier fanatismo. Aquí nació Heredia y nació Maceo. Ellos nos enseñaron que se puede atisbar las palmas cuando parecen lejanas; que hay que irse a Baraguá, si es preciso.