
La homosexualidad sigue siendo más que un tema tabú, una aberración, todavía para algunas personas en pleno siglo XXI. Padres y madres siguen castigando a sus hijos e hijas por sus comportamientos y gestos, por la preferencia de los colores en el vestuario, y por los juguetes que los acompañan. Hay quienes creen que la fe en una religión borrará los deseos y sueños, y no les importa sus estados depresivos hasta desembocar en algunos casos en el suicidio.
En una conversación con padres y madres cercanos les pregunté si les darían a leer a sus hijos libros para niños que abordaran la temática de la homosexualidad. La muestra no fue muy grande, pero comparto los criterios sin revelar los nombres.
- Manuel dijo: “Sí, claro. Sin problemas. Es que más que eso, mi hermana más pequeña se crio viendo a su hermano homosexual. Es actualmente una joven heterosexual”;
- Yanelis me escribió: “Siempre y cuando manejen un lenguaje acorde a su edad. Nunca me he topado con ninguno que aborde el tema”;
- Yune dijo: “Sí. No veo que sea problema si convive en armonía con el mundo debe a aprender a respetar a todos los seres humanos”;
- Katiuska me escribió: “Si mal no recuerdo llegó a la niña con El silencio de los peces, “Juegos de Gabriel”, de Eduard Encina, qué sutileza, pero de pequeña se plantó con otro niño porque le dijo merengue y flojo a un compañerito. Recuerdo que por la tarde la maestra me lo comentó orgullosa”;
- Ana me dijo: “Sí, ellos, los niños, lo entienden todo. Solo hay que explicarles apropiadamente, y estar ahí para ellos y con ellos antes, durante y después de la lectura”;
- Maylén me escribió: “Es un tema necesario que debería abordarse en las escuelas”.
- Sin embargo, Ali me escribió: “No, con esta temática no. No es momento para hablarles a los niños de esto”.
Y Yami me dijo: “Le daría el libro depende de la edad del niño y de lo que trata el texto sobre sexualidad, y esto incluye la homosexualidad porque es parte de la sexualidad humana. ¿Por qué acentuar la diferencia? En las distinciones y complicaciones a veces, sin darnos cuenta, se conduce a las discriminaciones y prejuicios”.
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Padres y madres rechazan el tema, mientras otros lo comparten y entienden a los hijos que ya asumen comportamientos diferentes al entrar en contacto con el universo digital y las series televisivas. Muchas veces los hijos aceptan mejor que los padres, muchos padres evitan hablar de este tema por ser complejo para ellos. Y los hijos lo ven en la calle y en los medios de comunicación cada día más.
Recurrir al cine, al arte, a los libros y la literatura, puede ayudar a comprender la homosexualidad como algo normal, que el niño no desarrolle prejuicios, sino que sea capaz de ponerse en el lugar de la otra persona para que no la discrimine, que el niño crezca con unos valores de no discriminación por razones de orientación o identidad sexual.
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El investigador y escritor para niños Sergio Andricain, cubano residente en Estados Unidos apunta en su texto “Diversidad sexual y literatura infantil y juvenil: una aproximación”, publicado en Cuatrogatos:
En escuelas primarias de distintos países han comenzado a enseñar a los niños a equiparar las relaciones homosexuales con las que pueden establecer un hombre y una mujer. Para favorecer ese respeto a la diversidad sexual y a la no discriminación, se comparten con los niños cuentos que contribuyan a que, desde las edades más tempranas, los niños perciban la homosexualidad como una variable natural más en la diversidad de las preferencias sexuales individuales de los integrantes de toda sociedad. Pero no seamos idealistas, muchos padres han considerado esa práctica educativa como algo intolerable y han retirado a sus hijos de las escuelas que desarrollan ese tipo de programas.
Los libros para niños pueden contribuir al cambio de mentalidad de las nuevas generaciones en cuanto a la aceptación de la diversidad sexual. Y no solo a través de la lectura de obras informativas, que divulguen enfoques científicos que apuesten por el respeto, la aceptación y la inclusión, sino también a través de los textos de ficción, de cuentos y novelas que aborden, con calidad artística y conocimientos científicos, distintas facetas de este tema.
¿Existe bibliografía cubana y universal que aborde la diversidad sexual en la literatura para niños?
Si en otro momento no existía referencia, hoy basta con poner en el buscador de Google las etiquetas: “literatura para niños”, “gay”, “homosexual”, “LGBTI” y aparecen numerosas referencias: propuestas de libros, autores, revistas, listas de libros para compartir por edades. Es importante evaluar la confiabilidad de la fuente. Aparecen en estas listas, por ejemplo: Yo, Simon, Homo Sapiens, de Becky Albertalli, para mayores de 12; Mi primer amor, de Brane Mozetic, para mayores de 6 años; y Ahora me llamo Luisa, de Jessica Walton, para mayores de 5 años.

Según el periódico ABC desde 2011 en Alemania, los niños berlineses a partir de los 5 años disponen de 25 relatos dentro de una nueva asignatura que algunos periódicos alemanes han llamado ya “Homosexualidad”. La idea, se plantea, era luchar contra la discriminación de lesbianas, homosexuales, bisexuales y transexuales. Pero se pretendía también que los alumnos de primaria tuvieran contacto con otra imagen de la familia, lo único que importa es que el niño tenga un entorno de cariño.
Tal vez sea desconocido para algunos lectores, pero en Cuba ya circulan varios libros para niños publicados por editoriales cubanas que se acercan al tema. El primero, reconocido como el pionero en estos abordajes es Ito, de Luis Cabrera Delgado. Recibió el Premio Abril en 1994 y se publicó en 1996. Ito, ha tenido otras tres ediciones cubanas y otras en Ecuador y Uruguay. De eso hablaremos en un próximo artículo.
Después han aparecido en la literatura infantil y juvenil cubana autores como Eldys Baratute y Mildre Hernández. Eldys puso a circular Cucarachas al borde de un ataque de nervios, Editorial Oriente, 2010 y Deshojando margaritas, Ediciones Áncoras, 2017, entre otros; y Mildre ha publicado Es raro ser niña, Editorial Gente Nueva, 2011; Una niña estadísticamente feliz, Editorial Oriente, 2014, y tiene en proceso editorial Mi papá salió del closet por la Editorial Capiro. Curiosamente Eldys y Mildre han recibido por sus libros premios de la Biblioteca Nacional José Martí por ser muy leídos en un año. Pero Eldys y Mildre también son motivos para otro artículo.
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Otros escritores cubanos para niños, si bien no han dedicado libros enteros a la temática, han incluido piezas en sus libros como Andrés Pi, en Lo que sabe Alejandro, Editorial Gente Nueva, 2003; Mirna Figueredo, en Cuentos de un sombrero donde cabe todo y poco, Ediciones Santiago, 2013; Lina Leyva, en Las barcas de cristal, Gente Nueva, 2013; José Antonio Linares, en Un poco de amor y girasoles, Sanlope, 2008; Nelson Simón, en Cuentos del buen y el mal amor, Gente Nueva, 2008; Llamil Ruiz en El jardín del bien y el mal, Gente Nueva, 2013 y Luis Caissés, en Antilo y Darié, Ediciones Holguín, 2001, por citar algunos.
Recientemente, leí un sorprendente libro, George, simplemente sé tú mismo, de Alex Gino, publicado en 2015. Alex es un niño que no puede decirle a nadie que se siente por dentro una niña. Pensé en la cantidad de niños que han sido y son como George. Imaginé a los que se buscaron en tantas historias de príncipes y princesas donde no había espacio para personajes como ellos. Pensé en las potencialidades de la literatura para promover los derechos sexuales. La diversidad sexual es una realidad que los niños y jóvenes necesitan conocer y, en ese sentido la familia y la educación tienen un papel primordial. Los niños necesitan conocer historias que ayuden a comprender la diversidad sexual y los libros están ahí, para impedir a tiempo, un salto.