
Tiene que existir un consejo que oriente, que estimule, que desarrolle, que trabaje para crear las mejores condiciones para el trabajo de los artistas y de los intelectuales, ¿y quién es el primer defensor de los intereses de los artistas y de los intelectuales si no ese mismo consejo? ¿Quién es el que propone leyes y sugiere medidas de todo orden para elevar esas condiciones si no el Consejo Nacional de Cultura? ¿Quién propone una ley de imprenta nacional para subsanar esas deficiencias que se han señalado aquí? ¿Quién propone la creación del lnstituto de Etnología y Folklore si no precisamente el Consejo Nacional? ¿Quién aboga porque se disponga de los presupuestos y de las divisas necesarias para traer libros, que hace muchos meses que no entran en el país, para adquirir material para que los pintores y los artistas plásticos puedan trabajar? ¿Quién se preocupa de los problemas económicos, es decir, de las condiciones materiales de los artistas? ¿Qué organismo es el que se preocupa por toda una serie de necesidades actuales de los escritores y de los artistas? ¿Quién defiende en el seno del gobierno los presupuestos, las edificaciones y los proyectos, precisamente para elevar el nivel de las condiciones y de las circunstancias en que ustedes vayan a trabajar? Es precisamente el Consejo Nacional de Cultura.
¿Por qué mirar a ese consejo con reserva? ¿Por qué mirar a esa autoridad como una supuesta autoridad que va precisamente a hacer lo contrario a limitar nuestras condiciones, a asfixiar nuestro espíritu creador? Se concibe que se preocuparan de esa autoridad aquellos que no tuvieran problemas de ninguna clase, pero en realidad quienes puedan apreciar la necesidad de toda la gestión y de todo el trabajo que tiene que hacer ese consejo no lo mirarían jamás con reserva, y además porque el consejo tiene también una obligación con el pueblo y tiene una obligación con la Revolución y con el Gobierno Revolucionario, que es cumplir los objetivos para los cuales fue creado, y tiene tanto interés en el éxito de su trabajo como cada artista tiene interés también en el éxito del suyo.
No sé si se me quedarán algunos de los problemas fundamentales que aquí se señalaron. Se discutió mucho el problema de la película. Yo no he visto la película: tengo deseos de ver la película (RISAS), tengo curiosidad por ver la película. ¿Que fue maltratada la película? En realidad creo que ninguna película ha recibido tantos honores y que ninguna película se ha discutido tanto (RISAS).
Aunque nosotros no hemos visto esa película nos hemos remitido al criterio de una serie de compañeros que han visto la película, entre ellos el criterio del compañero Presidente, el criterio de distintos compañeros del Consejo Nacional de Cultura. De más está decir que es un criterio y es una opinión que merece para nosotros todo el respeto, pero hay algo que creo que no se puede discutir, y es el derecho establecido por la ley a ejercer la función que en este caso desempeñó el Instituto del Cine o la comisión revisora. ¿Se discute acaso ese derecho del gobierno? ¿Tiene o no tiene derecho el gobierno a ejercer esa función? Para nosotros en este caso la función fundamental es, primero, si existía o no existía ese derecho por parte del gobierno. Se podrá discutir la cuestión del procedimiento, cómo se hizo, si no fue amigable, si pudo haber sido mejor un procedimiento de tipo amistoso; se puede hasta discutir si fue justa o no justa la decisión; pero hay algo que no creo que discuta nadie, y es el derecho del gobierno a ejercer esa función. Porque si impugnamos ese derecho entonces significaría que el gobierno no tiene derecho a revisar las películas que vayan a exhibirse ante el pueblo. Y creo que ese es un derecho que no se discute.
Hay además algo que todos comprendemos perfectamente: que entre las manifestaciones de tipo intelectual o artístico hay algunas que tienen una importancia en cuanto a la educación del pueblo o a la formación ideológica del pueblo, superior a otros tipos de manifestaciones artísticas, y no creo que nadie ose discutir que uno de esos medios fundamentales e importantísimos es el cine, como lo es la televisión.
¿Y en realidad pudiera discutirse en medio de la Revolución el derecho que tiene el gobierno a regular, revisar y fiscalizar las películas que se exhiban al pueblo? ¿Es acaso eso lo que se está discutiendo? ¿Y se puede considerar eso una limitación o una fórmula prohibitiva, el derecho del Gobierno Revolucionario a fiscalizar esos medios de divulgación que tanta influencia tienen en el pueblo? Si nosotros impugnamos ese derecho del Gobierno Revolucionario estaríamos incurriendo en un problema de principios, porque negar esa facultad al Gobierno Revolucionario sería negarle al gobierno su función y su responsabilidad, sobre todo en medio de una lucha revolucionaria, de dirigir al pueblo y de dirigir a la Revolución.
Y a veces ha parecido que se impugnaba ese derecho del gobierno. Y en realidad si se impugna ese derecho del gobierno nosotros opinamos que el gobierno tiene ese derecho. Y si tiene ese derecho puede hacer uso de ese derecho; lo puede hacer equivocadamente. Eso no quiere decir que sea infalible el gobierno. El gobierno actuando en ejercicio de un derecho o de una función que le corresponda no tiene que ser necesariamente infalible.
Pero, ¿quién es el que tiene tantas reservas con respecto al gobierno? ¿Quién es el que tiene tantas dudas? ¿Quién es el que tiene tanta sospecha con respecto al Gobierno Revolucionario y quién es el que desconfía tanto del Gobierno Revolucionario, que aun cuando pensara que estaba equivocada una decisión suya piense que constituye un peligro y constituye un verdadero motivo de terror el pensar que el gobierno pueda siempre equivocarse? No estoy afirmando, ni mucho menos, que el gobierno se haya equivocado en esa decisión, lo que estoy afirmando es que el gobierno actuaba en uso de un derecho; trato de situarme en el lugar de los que trabajaron en esa película, trato de situarme en el ánimo de los que hicieron la película, y trato de comprender incluso su pena, su disgusto, su dolor de que la película no se hubiese exhibido.
Cualquiera puede comprender eso perfectamente. Pero hay que comprender que se actuó en uso de un derecho, y que fue criterio que contó con el respaldo de compañeros competentes y compañeros responsables del gobierno, y que en realidad no hay derecho fundado para desconfiar del espíritu de justicia y de equidad de los hombres del Gobierno Revolucionario, porque el Gobierno Revolucionario no ha dado razones para que alguien pueda poner en duda su espíritu de justicia y de equidad.
No podemos pensar que seamos perfectos. Incluso no podemos pensar que seamos ajenos a pasiones. ¿Pudieran algunos señalar que determinados compañeros del gobierno sean apasionados o no sean ajenos a pasiones, y los que tal cosa crean pueden verdaderamente asegurar que ellos tampoco sean ajenos a pasiones? ¿Y se les puede impugnar actitudes de tipo personal a algunos compañeros sin aceptar siquiera que esas opiniones puedan estar teñidas también por actitudes de tipo personal? Aquí podríamos decir aquello de que quien se sienta perfecto o se sienta ajeno a las pasiones, que tire la primera piedra.
Creo que ha habido personalismo y pasión en la discusión. ¿En estas discusiones no ha habido personalismo y no ha habido pasión? Es que todos absolutamente aquí vinieron despojados de pasiones y de personalismos? ¿Es que todos absolutamente hemos venido despojados también de espíritu de grupo? ¿Es que no ha habido corrientes y tendencias dentro de esta discusión? Eso no se puede negar. Si un niño de seis años hubiese estado sentado aquí, se habría dado cuenta también de las distintas corrientes y de los distintos puntos de vista y de las distintas pasiones que se estaban debatiendo.
Los compañeros han dicho muchas cosas, han dicho cosas interesantes; algunos han dicho cosas brillantes. Todos han sido muy eruditos (RISAS). Pero por encima de todo ha habido una realidad: la realidad misma de la discusión y la libertad con que todos han podido expresarse y defender sus puntos de vista;la libertad con que todos han podido hablar y exponer aquí sus criterios en el seno de una reunión amplia —y que ha sido más amplia cada día—, de una reunión que nosotros entendemos que es una reunión positiva, de una reunión donde podemos disipar toda una serie de dudas y de preocupaciones.
Y que ha habido querellas, ¿quién lo duda? (RISAS.) Y que ha habido guerras y guerritas aquí en el seno de los escritores y artistas, ¿quién lo duda? (RISAS.) Y que ha habido críticas y supercríticas ¿quién lo duda? y que algunos compañeros han ensayado sus armas y han probado sus armas a costa de otros compañeros, ¿quién lo duda?