
Yo creo que aquí se ha insistido un poco en algunos aspectos pesimistas. Creo que aquí ha habido una preocupación que se va más allá de cualquier justificación real sobre este problema. Casi no se ha insistido en la realidad de los cambios que han ocurrido con relación al ambiente y a las condiciones actuales de los artistas y de los escritores.
Comparándolo con el pasado, es incuestionable que los artistas y escritores cubanos no se pueden sentir como en el pasado, y que las condiciones del pasado eran verdaderamente deprimentes en nuestro país para los artistas y escritores.
Si la Revolución comenzó trayendo en sí misma un cambio profundo en el ambiente y en las condiciones, ¿por qué recelar de que la Revolución que nos trajo esas nuevas condiciones para trabajar pueda ahogar esas condiciones? ¿Por qué recelar de que la Revolución vaya precisamente a liquidar esas condiciones que ha traído consigo?
Es cierto que aquí se está discutiendo un problema que no es un problema sencillo. Es cierto que todos nosotros tenemos el deber de analizarlo cuidadosamente. Esto es una obligación tanto de ustedes como de nosotros.
No es un problema sencillo, puesto que es un problema que se ha planteado muchas veces y se ha planteado en todas las revoluciones. Es una madeja —pudiéramos decir— bastante enredada, y no es fácil de desenredar esa madeja. Es un problema que tampoco nosotros vamos fácilmente a resolver.
Los distintos compañeros han expresado aquí un sinnúmero de puntos de vista, y los han expresado cada uno de ellos con sus argumentos.
El primer día habla un poco de temor a entrar en el tema, y por eso fue necesario que nosotros les pidiésemos a los compañeros que abordaran el tema, que aquí cada cual explicara sus temores, que aquí cada cual dijera lo que le inquietaba.
En el fondo, si no nos hemos equivocado, el problema fundamental que flotaba aquí en el ambiente era el problema de la libertad para la creación artística. También cuando han visitado a nuestro país distintos escritores, sobre todo no solo escritores literarios, sino escritores políticos, nos, han abordado esta cuestión más de una vez. Es indiscutible que ha sido un tema discutido en todos los países donde han tenido lugar revoluciones profundas como la nuestra.
Casualmente, un rato antes de regresar a este salón, un compañero nos traía un folleto donde en la portada o al final aparece un pequeño diálogo sostenido con nosotros por Sartre y que el compañero Lisandro Otero recogió con el título de “Conversaciones en la Laguna”, en Revolución, martes 8 de marzo de 1960. Una cuestión similar nos planteó en otra ocasión Wright Mills, el escritor norteamericano.