
No se puede juzgar todavía en sí la tarea del instituto del cine. No ha podido todavía disponer de tiempo para realizar una obra que pueda ser juzgada, pero ha trabajado, y nosotros sabemos que una serie de documentales hechos por el instituto del cine han contribuido grandemente a divulgar en el extranjero la obra de la Revolución.
Pero lo que interesa destacar es que las bases para la industria del cine ya están establecidas. Se ha realizado también una labor de publicidad, conferencias, de extensión cultural a través de los distintos organismos; pero que al fin esto no es nada comparado con lo que puede hacerse y con lo que la Revolución aspira a desarrollar.
Hay todavía una serie de cuestiones que interesan a los escritores y artistas por resolver, hay problemas de orden material; es decir, hay problemas de orden económico. No son las condiciones de antes. Hoy no existe aquel pequeño sector privilegiado que adquiría las obras de los artistas, a precios de miseria por cierto, ya que más de un artista terminó en la indigencia y en el olvido. Quedan por encarar y resolver esos problemas que debe resolverlos el Gobierno Revolucionario y que debe ser preocupación del Consejo Nacional de Cultura, así como también el problema de los artistas que hay que ya no producen y que están completamente desamparados, garantizarle al artista no solo las condiciones materiales adecuadas, sino también la garantía de que no tendrán que preocuparse de cuando ya ellos no puedan trabajar.
En cierto sentido, ya la reorganización que se le dio al instituto de los derechos de autores ha tenido como consecuencia que una serie de autores que estaban siendo miserablemente explotados y cuyos derechos eran burlados, cuenten hoy con ingresos que les han permitido a muchos de ellos salir de la situación de pobreza extrema en que se encontraban.
Son pasos que ha dado la Revolución, pero que no significan sino algunos pasos que deben preceder a otros pasos para crear las mejores condiciones.
Hay la idea también de organizar algún sitio de descanso y de trabajo para los artistas y los escritores.
En cierta ocasión, cuando nosotros andábamos un poco peregrinando por todo el territorio nacional, se nos había ocurrido la idea de construir un barrio en un lugar muy hermoso de Isla de Pinos, una aldea en medio de los pinares —en ese tiempo estábamos pensando establecer algún tipo de premio para los mejores escritores y artistas progresistas del mundo—, como un premio y sobre todo como un homenaje a esos escritores y artistas; proyecto que no tomó cuerpo pero que puede ser revivido para hacer un reparto o una aldea, un remanso de paz que invite a descansar, que invite a escribir (APLAUSOS). Y yo creo que bien vale la pena que los artistas, entre ellos los arquitectos, comiencen a dibujar y a concebir el lugar de descanso ideal para un escritor o un artista, y a ver si se ponen de acuerdo en eso (RISAS).
El Gobierno Revolucionario está dispuesto a poner de su parte los recursos en alguna partecita del presupuesto ahora que todo está planificándose. Y será la planificación una limitación al espíritu creador de nosotros, los revolucionarios? Porque en cierto sentido no se olviden que nosotros, revolucionarios un poco por la libre, nos vemos ahora ante la realidad de la planificación; y eso también nos plantea a nosotros un problema, porque hasta ahora hemos sido espíritus creadores de iniciativas revolucionarias y de inversiones también revolucionarias que ahora hay que planificar. Que no vayan a creer que estamos exentos de los problemas, y que, desde nuestro punto de vista, pudiéramos también protestar contra eso.
Es decir que ya se sabrá lo que se va a hacer el año que viene, el otro año, el otro año. ¿Quién va a discutir que hay que planificar la economía? Pero que dentro de esa planificación cabe el construir un sitio de descanso para los escritores y artistas, y verdaderamente sería una satisfacción el que la Revolución pudiera contar esa realización entre las obras que está realizando. Nosotros hemos estado aquí preocupados por la situación actual de los escritores y artistas, un poco nos hemos olvidado de las perspectivas del futuro. Y nosotros, que no tenemos por qué quejarnos de ustedes, sin embargo también le hemos dedicado algún instante a pensar en los artistas y en los escritores del futuro, y pensamos lo que serán si se vuelven a reunir —como deben volverse a reunir— hombres del gobierno, en el futuro, dentro de cinco, dentro de diez años —no quiere decir que tengamos que ser nosotros exactamente—, con los escritores y los artistas, cuando haya adquirido la cultura el extraordinario desarrollo que aspiramos alcanzar, con los escritores y los artistas del futuro, cuando salgan los primeros frutos del plan de academias y de escuelas que hay actualmente.
Mucho antes de que se plantearan estas cuestiones ya venía el Gobierno Revolucionario preocupándose por la extensión de la cultura al pueblo.