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Liliana Gómez Luna: “En toda la ciencia que hago, siempre hay arte”

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    La santiaguera Liliana Gómez Luna es una científica y profesora muy reconocida en Cuba y en el extranjero. Pero también es una de las escritoras cubanas para niños que ha dejado ya varios títulos importantes para encontrar como El libro de las curiosidades y Pequeña Enciclopedia del medio ambiente. Hace un tiempo, en 2015, soñé con un concurso para promover la obra de Liliana, que no se realizó y desde entonces guardo esta entrevista. El concurso se llamaba El fin del cuento y ella, muy amable, me entregó ese inicio del cuento que los niños y niñas debían completar.

    Imagino que fuiste una niña intranquila, atrevida, de esas personitas que quieren saber qué traen adentro los animales, o cómo crecen las plantas. Pero, realmente, ¿cómo te interesas en las probetas, los experimentos…?

    Quería saberlo todo… quise entenderlo todo, pero un día (tendría como 12 años) me convencí que no me iba a alcanzar la vida para este empeño y que podía (mejor) dejar escrito todo cuanto aprendía, pero nunca tuve disciplina para hacer algo así como un diario de mi existencia, así que me inventé fórmulas… por eso cuento todo lo que aprendo en prosa, en verso, en historias para quienes escuchan mejor y para aquellos que prefieren nombres en latín y palabras complicadas, también llego, desde mi labor científica, y les cuento lo que aprendí hoy con la esperanza de que sirva mañana. Fui y sigo siendo una niña tranquila y soñadora. Atrevida es la mujer que soy hoy y un poco intranquila, la verdad es que si soy.

    Estudié en el pre de Ciencias Exactas en La Habana, teníamos muchas condiciones en los laboratorios y profesores excelentes. Estudié Bioquímica en La Universidad de La Habana y no te puedo decir cuánto disfrutaba los laboratorios de hasta nueve horas. Todo esto me motivó mucho para seguir el camino de la ciencia, de las probetas y los experimentos. Es un mundo fascinante en el que leer es obligado, aprender de los que tiene una experiencia acumulada es premisa y la paciencia un ejercicio diario, que hay que practicar sin perder velocidad. Hay que hacer acrobacias con el talento que tengas y cultivar lo que te falte, para tratar de caminar un poco más completo.

    Tuve profesores que me ayudaron a llegar a este punto del camino: Ledón, Blanco-Prieto, químicos de extraordinario prestigio, María de los Ángeles Chávez (Maya), Joaquín, Georgina Espinosa (Yoyi), Pedro Pérez, alguien muy especial para mí; sin su contribución no serían tan importantes las probetas y los experimentos.

    Ya sé qué tienen adentro muchos animales y cómo crecen las plantas, pero tengo aún muchas preguntas sin respuestas.

    ¿Y la literatura, viene aparejada por la labor de tu mamá, la escritora Ana Belkis Luna Beatón?

    Realmente mi primera creación literaria salió cuando tenía unos tres años, fue un poema para el Che. Esto lo cuenta mi madre pues dice que un día, muy conmovida le recité esto siendo tan pequeña que decía: “Paloma mía, llévale de América, un beso de la patria y palabras sueltas de mi corazón herido”.

    Descubrí desde muy temprano que me gustaba mucho escribir y me presentaba, apoyada por mi madre, en cuanto concurso de Literatura y Español apareciera, con mis “composiciones” que dejaban de ser la clásica tarea para convertirse en una especie de divertimento para mi inquieto espíritu, y digo espíritu, por que mi sed de aprender era insaciable y por dentro estaba este ser inquieto que se reveló ya un poco grande, pero fui una niña muy muy tranquila, nada atrevida pero sí buscadora incansable de respuestas y boticaria naturista, mezcladora de medicinas viejas con zumos de plantas.

    Era muy normal encontrarme por los patios con una jeringuilla sacándole la savia a las plantas y probando su efecto sobre mi propia piel. Así que desde pequeña tuve muy claras mis dos pasiones, la ciencia y la literatura, y en general el arte. Estudié música en el conservatorio Esteban Salas (piano y canto coral) y fui muy feliz en esta etapa de mi vida, a pesar de los rigores de los estudios musicales. Debo mucho de que soy hoy a esta etapa de mi vida. Me permitió conocer a profesores maravillosos que dejaron huellas en mí: Josefina Farré, Luis Estevanell. Elsa Puig, Filiú, Elvira de Oña, Lina, pero cuando me llegó el momento de decidirme sólo por el piano, lo abandoné porque sabía que debía completar mi formación para poder dedicarme al mundo de las ciencias. Fue un momento muy difícil pero no había vuelta atrás.

    Siempre me fascinó la vida de Marie Curie y de cierta forma puedo decirlo, fue mi inspiración por todo su sacrificio y el amor hacia su obra y al legado de su esposo.

    Comencé una nueva etapa en la Universidad, donde asistí a los talleres Literarios, mientras mi madre, asistía a los talleres literarios aquí en Santiago. Ella es muy buena escritora, perfeccionista, autodidacta y claro que su espíritu tiene que haber calado en mí. Y por esos nexos invisibles que en algo se justifican con la dotación genética, a veces usamos las mismas palabras para definir algo o usamos los mismos recursos, sin ser conscientes de ello, pero en esencia ella tiene su estilo y yo el mío y en orden lógico, me afirmo detrás de ella en el mundo de la creación, un poco por respeto y otro por admiración y porque me gusta lo que ella escribe, aunque soy, es decir, somos muy críticas la una con la otra.

    ¿Dónde coinciden el arte y la ciencia?

    Confluyen ciencia y arte, en casi todo cuanto hago, por muy intrascendental que parezca, hasta en la cocina. La pizarra de mi laboratorio es una obra barroca, un “casual art work” muy barroco. Las muestras que miro al microscopio bien podían considerarse “arte efímero”. Hay todo un arte en la armonía de lo natural que, si descubres, te hace crecer.

    En mis libros siempre está la ciencia; en toda la ciencia que hago, siempre hay arte, y no es palabrería, es un modo de vivir (y padecer). Y si le coges el gusto a este mundo entre dos aguas, llega un momento que no puedes vivir sin uno ni lo otro. Hay muchos hombres que han hecho coincidir Arte y Ciencia. Leonardo da Vinci es una magnífica representación de esta coincidencia.

    ¿Cada uno de tus libros responde a un periodo de trabajo?

    Mis libros nacen, reposan y pasan por períodos de olvidos, hasta que salen otra vez a la luz, generalmente crecen, sufren metamorfosis, la que depende de crecimientos, críticas, nuevas perspectivas, mejores ideas y sujetos y finalmente, cuando les salen alas, se me van.  Lo peor para mí, es el reposo, pues mientras ellos descansan, yo estudio y reevalúo cada línea que recuerdo; puedo resumirte diciendo, mientras ellos descansan, yo sufro, pero de una manera muy especial, tan especial que la disfruto mucho.

    Algunos libros han pasado por todas estas etapas en períodos muy breves, otros llevan años de letargo, en algunos el trabajo ha necesitado dos o tres años. Pero tengo una musa fácil y un poder de concentración que me permite seguirla.

    En el libro Curiosidades… armas un gran collage sobre elementos desconocidos y relevantes en la vida de los hombres, los animales, las plantas, en Cuentan que en una bahía y Cuentan que en el mar profundo ya juegas más, construyes personajes, fabulas. ¿Se da inicio a un nuevo período literario?

    Sí, es una manera diferente de instruir, un cambio que no implica abandono del etilo anterior. Es simplemente una renovación de estilo en el que me siento muy cómoda.

    Yunier Riquenes García
    Yunier Riquenes García

    Licenciado en Letras (2006). Ha obtenido, en el género de cuento el Premio Cauce, Premio Razón de Ser, Premio La Isla en peso, la Beca de Creación Fronesis y la Beca de creación. Cofundador de Claustrofobias Promociones Literarias con Naskicet Domínguez Pérez

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