
Otra vez coincidí con la ensayista y periodista María Antonia Borroto Trujillo, esta vez en Matanzas, donde acaba de recibir el Premio Fundación de la Ciudad de Matanzas 2023 en el género ensayo con el libro “De cronistas, sus textos y sus viajes”. El jurado estuvo integrado por Jorge Fornet, Zaida Capote y Carlos Molina.
Según María Antonia en declaraciones publicadas en el perfil del Centro Provincial del Libro y la Literatura en Camagüey, “La investigación aborda la relación de algunos periodistas cubanos con la cultura francesa, sobre todo a partir de un suceso interesantísimo que ocurre en 1885 cuando entre el equipaje de regreso a Cuba del joven Aniceto Valdivia (1857 – 1927), el Conde Kostia, aparece un baúl cargado de novedades literarias francesas que deslumbran e influyen en más de un joven escritor de la época –finales del XIX y la primera mitad del XX-, entre ellos Casal. El segundo ensayo aborda el periodismo de juventud de Alejo Carpentier, su descubrimiento de París en sus formidables crónicas. En el recorrido entre uno y otro también se aborda la obra de otros cronistas, como Aurelia Castillo. O sea, un libro centrado en el periodismo y la literatura de viajes…”
En Matanzas María Antonia formó parte de un panel dedicado al ensayo cubano y en esas jornadas también nos habló de El Camagüey, ese proyecto de vida al que le dedica muchas horas, y donde ha tenido que reinventarse como investigadora, polemista, editora y, sobre todo, como ciudadana.
María Antonia Borroto y yo habíamos coincidido este mismo año en el VII Encuentro sobre Cultura Audiovisual y Tecnologías Digitales celebrado en su provincia natal en el mes de abril, un evento organizado por el crítico de cine Juan Antonio García Borrero. Reproducimos ahora aquella conversación.
¿Qué propone El Camagüey?
El Camagüey es un sitio web sobre la cultura de la región del mismo nombre. Fue puesto en línea el 30 de agosto de 2020, y hasta el momento cuenta con cerca de 500 publicaciones de más de 160 autores. Los contenidos están organizados en las secciones Historia, Arte, Misceláneas y Arquitectura y cuenta, además, con un sistema de etiquetado de acuerdo a áreas temáticas, períodos históricos y fuentes de procedencia.
El Camagüey concede especial importancia a las fuentes primarias. Intentamos poner en circulación documentos muy poco conocidos que permiten reinterpretar sucesos y personalidades del pasado, y aunque no fue una pretensión inicial, la manera de abordar ciertas figuras y procesos, la incorporación de determinados autores, ajenos usualmente a la órbita de lo camagüeyano, ha propiciado que hayamos roto ciertos estereotipos relacionados con lo camagüeyano. Muchos reducen esta región a lo principeño e, incluso, a los tinajones. Medio en broma y medio en serio, más en serio que en broma, repito siempre que muchos se ven a sí mismos como guajacones en los tinajones (la frase tiene hasta rima). El Camagüey pretende salir de esa zona de confort y proponer una perspectiva que tenga en cuenta también los nexos de esta región con lo nacional e incluso lo universal, que muestre las alianzas y divergencias entre personalidades, por ejemplo, las redes que fueron capaces de tejer…

¿Cómo articulas la cultura camagüeyana en el mundo digital de hoy?
Creo que la hibridez de la vida es propia también de El Camagüey. Las bondades del sitio web, la manera misma en que ha sido diseñado, permite tener una experiencia que, creo, puede resultar cercana en espíritu a quien anda nuestras calles laberínticas y sinuosas. Usted, en tanto usuario, puede trazar sus propias rutas, un texto lo lleva a otro, un autor a otro… Los hipervínculos, por ejemplo, conectan los contenidos de las diversas publicaciones. Una vez lo comparé con el libro de arena, de Jorge Luis Borges. Claro, El Camagüey tiene una primera publicación, especie de centro cordial (por llamarle de alguna forma) relacionada con el actual Parque Agramonte, antigua Plaza de Armas; sin embargo, si usted accede a través de cualquiera de las publicaciones la sensación puede resultar bastante similar a la descrita por Borges en ese relato. Por eso sugerimos que, una muy buena manera, puede ser dejarse llevar, fluir a través de los textos.
¿Cuáles entradas o textos sugerirías a los lectores?
Imagínate… ¡Todo! Todo es interesante, y aunque antiguo, novedoso, con una presentación atractiva que hace más cómoda la lectura… Ahora mismo te recomiendo lo que acaba de ser publicado: un soneto de Dulce María Loynaz publicado en la Revista de la Asociación Femenina de Camagüey en 1924, que permaneció ignorado por la crítica durante casi cien años, entrevistas a Benjamín Guerra, tesorero del Partido Revolucionario Cubano, realizadas por el Journal y glosadas por un periódico cubano prácticamente desconocido hoy en día (La Doctrina de Martí) y los trabajos presentados por las delegadas camagüeyanas en el Congreso Nacional de Mujeres de 1923, cuyo centenario conmemoramos con varias publicaciones.
¿Cuánto le dedicas a este espacio?
El Camagüey es mi vida. El trabajo intelectual tiene esa peculiaridad, y en El Camagüey satisfago mi vocación por la investigación y por el periodismo. No publico nada de mi autoría, algo que a muchos sorprende. Mis opiniones sobre determinados temas están en los comentarios. Hemos tenido excelentes debates y de una manera muy sutil dialogamos también con el presente. ¿Qué sentido tendría explorar el pasado si no es para encontrar las claves no ya para el presente sino para el futuro? En El Camagüey he podido polemizar y, sobre todo, apropiarme de nuevas herramientas. Gracias a El Camagüey he podido corroborar cuán falso (y nefasto) es el divorcio entre los mundos de las humanidades y la tecnología. Ha sido un crecimiento constante: he tenido que reinventarme como investigadora, polemista, editora y, sobre todo, como ciudadana.
¿Cuáles son los retos que tienes?
El Camagüey debe ser visto como un aliado para diversos procesos culturales. Sería magnífico que los profesores de las diversas enseñanzas se nutrieran de sus contenidos y lo recomendaran como bibliografía complementaria a sus estudiantes, por ejemplo. Y lo mismo puede ser dicho de otras instituciones.
Tenemos colaboradores formidables. Ha sido tan gratificante, Yunier, el diálogo con los lectores, la manera en que los autores nos han dado sus obras con vistas a su publicación… Y también debo mencionar a quienes han compartido sus archivos con nosotros, o nos iluminan con un dato, una sugerencia, a quienes comparten en sus redes sociales o entre sus conocidos las publicaciones, a quienes nos alientan, a quienes debaten con seriedad nuestras publicaciones…
El Camagüey ha interesado muchísimo a los nacidos en estas tierras que viven en otras regiones del planeta, e incluso a muchos que residen aquí, pues permite el reencuentro con lo conocido, aunque desde perspectivas de análisis que no son las usuales. Y ha interesado también a quienes no tienen un vínculo afectivo con esta región ciudad. Ha devenido un espacio ecuménico, plural, donde hemos podido debatir con respeto diversos temas relacionados, sobre todo, con la historia de Cuba, aunque también hemos discutido sobre las dinámicas de los medios de comunicación, la censura, el concepto de belleza…
¿Te apoyas en el periodismo para posicionar temas de la cultura en el entorno digital?
Es que soy periodista, mi vida gravita, de una forma u otra, en torno al periodismo: lo he ejercido, lo he estudiado. En El Camagüey hay muchos textos tomados directamente de publicaciones periódicas, de los que tuve noticias gracias a mis estudios. Y, por otro lado, el dinamismo que hemos pretendido para la promoción de los contenidos me ha permitido volver a la escritura diaria de un tipo de texto, que suelo compartir en mis redes sociales, a medio camino entre el periodismo y la promoción, en ocasiones se trata de pequeñitas reseñas —incluso croniquitas— sobre aquello que comparto; otras veces es solo un anuncio. Me he reencontrado gracias a este proyecto con la especialidad que realmente estudié, Comunicación Social, en un entorno muy dinámico.
¿Para ti qué aporta este Encuentro sobre Cultura Audiovisual y Tecnologías Digitales que arriba a su séptima edición?
Admiro el tesón y voluntad de Juan Antonio García al crear y sostener este evento que nos permite dialogar, tender alianzas, proyectarnos, reconocernos… Y, sobre todo, que estimula la concertación de estrategias para asumir las amplísimas transformaciones culturales que estamos viviendo, asociadas, muchas de ellas, al uso de tecnologías que ya no son tan nuevas. Claro, el contexto cubano es muy peculiar, eso explica, en buena medida, la necesidad de este evento.