
Escrito por Guillermo Betancourt Díaz
Debo confesar que cuando yo era un lector ávido, pero restringido a las novelas del tipo Balzac, Hugo o Galdós, el nombre de Alejo Carpentier me causaba un poco de desazón; no he querido decir miedo, porque me suena tremendista, pero era algo así. Había oído decir que era difícil; había oído decir que era enrevesado. Me atraía, pero al propio tiempo me desconcertaba. ¿Qué había en ese autor cubano que pudiera fascinar, con lo supuestamente vedado de sus páginas, a un adolescente que todavía no era un “lector macho”, de acuerdo con la (des)afortunada clasificación de Julio Cortázar?
No lo sé. Pero sí me daba la impresión de que algo demoníaco había en él. Cuando hojée por primera vez El reino de este mundo, esa idea se acentuó con el exergo de Lope de Vega, el diálogo memorable entre el Demonio y la Providencia, en el que el Maligno acaba diciendo: “Dónde envías a Colón/ Para renovar mis daños/ ¿No sabes que ha muchos años/ que tengo allá posesión?” Para mi mente impresionable -eran otros tiempos-, se trataba de un libro peligroso.
El reino de este mundo
30.00 CUP
|
Hoy sé que ese peligro no radicaba en lo escalofriante del vudú, ni en las inconcebibles realidades que muestra del universo del Caribe, aún -y paradójicamente- tan lejano a veces para nosotros. En mi caso, El reino de este mundo significó el peligro de entender de un modo muy distinto la literatura. Ya sé que otros lo habrán logrado con Joyce, con Proust, o con Faulkner… para mí, quien sacudió mi rutina de acomodado lector decimonónico, fue Alejo Carpentier.
Luego he releído El reino… varias veces. Me sigue fascinando hoy como el primer día; y no es solamente porque aprendí que es exquisita la prosa carpenteriana, con sus barroquismos y sus inagotables referencias que más de una vez me han obligado a sumergirme en otros libros más espesos; no me fascina solamente su prólogo, uno de los mejores ensayos sobre América que se hayan escrito; ni es solamente por hurgar curioso en la dilatada vida de Ti Noel por lo que tantas veces he regresado a sus páginas; algunos dirán -y no les falta razón-, que El reino de este mundo, es una novela sobre la cultura de Haití; otros -también en lo cierto-, hablarán de una esencia más que haitiana, caribeña, de un captar lo americano profundo a través de la espinada historia de ese pequeño país. Es cierto. Pero, en mi opinión -y es muy probable que sea verdad de Perogrullo-, El reino de este mundo, se desborda con creces sobre estos acercamientos. La historia de Ti Noel es una variación más de la compleja historia del Hombre. Es la narración de una búsqueda incesante, de un camino que no da respuestas, porque las respuestas, a despecho de los vaivenes de la Historia (con mayúsculas), estarán siempre en la posibilidad que tiene el hombre de ser él mismo, de alzarse contra su propia cobardía y de entender como mágica la casi impensable posibilidad de vivir, en el aquí y el ahora, en donde es, aunque demore largos años en saberlo, el amo de su propio destino.
Alejo Carpentier. Diario (1912-1957)
30.00 CUP
|
Luego he leído muchas otras cosas de Carpentier. Algunas me parecen tan fascinantes como El reino… otras, no tanto. Es normal, y pasa con casi todos los escritores. Pero son lecturas a las que llegué a través de este libro. Ya no lo entiendo como difícil. Más bien, ha sido una especie de pasaporte. Y el viaje ha sido largo. Y magnífico. Y no acaba todavía.
Estudios carpentianos
10.00 CUP
|