
El escritor colombiano Juan Manuel Roca participará en la XXXI Feria Internacional del Libro de La Habana. En el dossier que lo presenta entre los autores invitados se lee, aunque resumida, su amplísima ficha:
En cuanto supimos de la dedicatoria a Colombia como país invitado en esta cita literaria, pensamos en Juan Manuel y su obra, y desde Claustrofobias Promociones Literarias quisimos conversar con el autor de tres libros publicados en Cuba y su relación con Cuba y su cultura.
Según el acta del jurado firmada en La Habana, a los 25 días del mes de enero de 2007, en la séptima ocasión la Casa de las Américas otorgó premios de carácter honorífico a libros relevantes de autores de nuestra América o sobre temas latinoamericanos, en los géneros de poesía, narrativa y ensayo. Ese año participaron libros publicados en 2005. Después de evaluar los libros nominados, la Casa de las Américas decidió otorgar el Premio de Poesía José Lezama Lima, por recoger, en versos escritos a lo largo de más de treinta años, lo mejor y más personal de una obra ya ineludible, a Cantar de lejanía. Antología personal, de Juan Manuel Roca (Colombia). ¿Cómo lo recuerda Juan Manuel?:
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“Recuerdo bien el momento en que fui informado del Premio Casa de las Américas por Cantar de Lejanía, antología de mis poemas publicado inicialmente por el Fondo de Cultura Económica en 2005 con un generoso prólogo de Gonzalo Rojas. Ese 2007 yo estaba participando en el Hay Festival en Cartagena de Indias y recibí una llamada en la que me informaban de la grata distinción. Como lo supondrán fue una gran alegría, inesperada por lo demás. Recibí mensajes y guiños de viejos amigos cubanos y colombianos. En un barcito del vecindario de nuestro pintor Alejandro Obregón celebré con una copa de ron del oriente cubano llamado de forma casera “Paticruzado”. Alguna vez Norberto Codina me reunió con esos dos marinos estampados que brindan en su etiqueta”.

Luego publicó por Ediciones Áncoras de la Isla de la Juventud otro poemario, Biblia de pobres…
Biblia de Pobres o Biblia Pauperum, de la Editorial Áncoras, editado en 2016, fue la continuación de una relación editorial con Cuba de mucha significación para mí. Es un libro que evoca tiempos ágrafos que denominaban “Biblia de Pobres”. Eran libros de grabados que tenían breves textos en latín o en alemán, libros esencialmente de imágenes para que fueran entendidos en el siglo XV por quienes no sabían leer. Lo inicié con un epígrafe de Vladimir Holan, de su libro Una noche con Hamlet. Dice así el epígrafe: “Tener que cantar durante la vendimia para probar que no nos comemos las uvas”. El primer poema del volumen lo titulé “Mester de Servidumbre”. Dice así: “Por carecer de flechas los mendigos / arrojaban a los nobles/ sus propias heridas/. Pero había/ una raza de pordioseros/ más mísera aún:/ robaba heridas ajenas/ y las vendía/ en las plazas de mercado/. Con tan pobres armas/ los pobres cruzaron la noche medieval”.
Y para esta edición de la feria del Libro otra casa editora cubana liderada por jóvenes, Ediciones La Luz, pone a circular la selección No es prudente recibir caballos de madera de parte de un griego. En el prólogo el poeta, periodista y narrador Erian Peña escribe:
En su poesía, Juan Manuel Roca —además narrador, ensayista, crítico de arte y periodista— dialoga con la tradición latinoamericana y se sabe deudor de ella, sobre todo de César Vallejo y Juan Rulfo; con el romanticissmo alemán y los surrealistas franceses, encabezados por Lautréamont y Rimbaud; y en su país, con la obra poética de José Asunción Silva, Aurelio Arturo, Luis Vidales, Carlos Obregón Borrero, Héctor Rojas Herazo y Fernando Charry Lara. En el prólogo de Cantar de lejanía, antología de 2005, el gran poeta chileno Gonzalo Rojas escribió que leer a Roca «será siempre un placer, un frescor, una cruza casi animal de la imaginación y el coraje». El autor de Oscuro añadió: «Poeta mío entre los míos, lo que más celebro en él es la fiereza, esa amarra entre vida y poesía que llega a lo libérrimo, el tono, el tono, como dijo Vallejo, el epicentro de decir el mundo.
Sobre este texto publicado por La Luz escribe Roca: “Me agrada mucho que Ediciones La Luz haya publicado mi libro No es prudente recibir caballos de madera de parte de un griego. Reúne poemas en prosa, en esa fusión entre el cantar y el contar que se remonta a las cabeceras de poetas como Alloysius Bertrand o como Charles Baudelaire. Es una fusión con algo de pequeñas crónicas o relatos que engloban una preocupación, así lo espero, que podría llamarse lírica”.
También esta Feria del Libro Roca impartirá una conferencia dedicada a Fayad Jamís. ¿Cuál ha sido su cercanía con Fayad?
“En 1989 publiqué en Ecuador mi pequeño libro Fayad Jamís revisitado. Es un texto sobre un poeta que admiro mucho y de muy vieja data. Fue publicado por la Casa de la Cultura del Chimborazo, que por entonces dirigía el buen amigo Alfonso Chávez Jara. Conocí al poeta Fayad Jamís años antes, durante un viaje a La Habana. Su casa, sus dibujos, y sobre todo sus bellos poemas me siguen resultando memorables. El epígrafe del libro que le menciono es del mismo poeta Jamís: “Para mí, mi poesía es mi revólver, mi arado, mi potro, mi radar, mi martillo, la llave de la desesperación y la llave del alba”. Fayad Jamís me parece que es no solamente uno de los más notables poetas de la llamada Primera Generación de la Revolución, sino un gran poeta de nuestra lengua”.
¿Cree que en tiempos de crisis la poesía seguirá siendo un modo de resistencia?
La poesía ha sido y seguirá siéndolo, y hablo por supuesto de la auténtica poesía, una forma de resistencia. “El poeta pide perdón a las palabras que saborea/ antes de escupirlas / en la hoja en blanco/. Pide perdón por la rabia que añade a la del mundo”, dice la inolvidable Anise Koltz. La suya, la palabra del verdadero poeta, me parece que es una de las formas de resistencia en la tierra, inclusive mucho más que una fugaz residencia en ella.
No creo de manera privativa en la salvación por la poesía, que no es la cruz roja del espíritu ni alguna cosa parecida. No es una pócima o un brebaje para espantar fantasmas. Tiene tanto de condena como de transgresión. Pero el poeta no olvida, aunque no siempre lo piense de manera totalmente consciente, y puede hacer suyo el viejo y disruptivo aserto de Samuel Becket: “cuando se tiene la mierda al cuello no queda más que cantar”.
¿Cómo ha sido su relación con la Cuba literaria?
Me pregunta por Cuba dentro de mi universo literario y solo atino a decirle de manera sencilla que ha sido una compañía muy importante. No diré los nombres de tantos poetas, ensayistas, narradores y músicos cubanos que me han acompañado desde hace muchos años, aunque haya mencionado ya a Fayad Jamís. Pero la verdad, me muerdo la lengua si no aludo a un cantor que se ausentó hace 60 años en un mes como este, un lajero que sigue cantando “hoy como ayer”.