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Joel James: Diálogo y estirpe

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    Conferencia inaugural del XV Coloquio Internacional Joel James in Memoriam, impartida en la Casa del Caribe, Santiago de Cuba, 10 de enero de 2022.

    ¿Quién era Aníbal Joel James Figarola? ¿Acaso es posible afirmar que se conoce verdaderamente a una persona, incluso cuando se ha intercambiado con ella en determinados momentos públicos o en circuitos más estrechos? ¿Puede un libro entreabrirnos al pensamiento vital de su autor, o acaso este lo sobrepasa, lo sobrevuela, se independiza de él? ¿Dónde vio la luz, acaso en Guanabacoa, en Banes, en Santiago de Cuba, en algún otro lugar del Caribe… o ya no importa demasiado, y como los imprescindibles, habrá que buscarle acaso en el aire mismo que respiramos?

     Las respuestas pueden ser de muchos matices, desde muchas subjetividades. En cualquier caso cada quien tendrá su propio Joel. Yo solo puedo esbozar en este acercamiento, el Joel que me he construido, bordado desde las anécdotas que me fueron referidas y otras de las que yo mismo fui partícipe, desde aquellas inauguraciones de los festivales del Caribe donde enfáticamente ―con el orgullo bravo de la resistencia― remarcaba el carácter ininterrumpido de las citas; desde sus intervenciones, tantas veces mordaces, en congresos y asambleas; desde la interpretación de algunos de sus libros ―ya se sabe que toda lectura es una reescritura―; y desde la inconsolable desazón de verle detenido aquí, a la entrada de su Casa del Caribe, con barba de metal y lentes de metal, a aquel que era puro latido, pura insurgencia.

    Traigo también la evocación del Joel dialogando tras un micrófono, en vivo, desde una de esas entrevistas retadoras, inolvidables, en mis treinta años de labor profesional. Y desde las inevitables asociaciones de pensamiento con quienes le precedieron, convivieron o le sucedieron, en la senda gloriosa de los intelectuales cuya producción, más que letra era flama.

    La savia popular / El Caribe

    Joel James: Diálogo y estirpe 2

    Aunque se haya dicho, no es posible a la hora de hablar de Joel James, soslayar la piedra de toque de su creación intelectual, volcada hacia la exégesis y revaloración de los fulgores emanados de la tradición, de los haceres-saberes populares como componentes nodales de nuestra cultura. Detengámonos en los términos:

     “La cultura popular tradicional se hace y se rehace a sí misma en virtud de los impulsos anónimos de hombres y mujeres, también anónimos, de los pueblos. (…) esto constituye un milagro y al mismo tiempo constituye un misterio (…) Continuemos haciéndolo con todo el respeto y la libertad, que son factores determinantes de la historia y la cultura cubanas”.[1]

    Milagro, misterio, respeto, libertad tales son las categorías que Joel reserva para estos “impulsos anónimos” y para estos seres “anónimos”, para esta cultura que no necesita reflectores, porque las luces salen del pecho de quien la vive. De hecho, el investigador las está nombrando. Hay una voluntad definidora, una exigencia teórica, un corpus de pensamiento, un hilo que enhebra tantas diversidades; mas no son meras elucubraciones intelectuales: son el resultado de una inmersión.

    Sumergido en responsabilidades de diversa índole que le persiguieron, le retaron ―y que seguramente él atraía, con su espíritu descubridor―, Joel poseía un liderazgo intelectual contaminante, un enfoque antropológico con el cual imantó a jóvenes teatristas, investigadores, creadores en general. Por supuesto, hubo una inflamación de parte y parte, una hervidura, un impulso. Unos se reflejaban en el otro, cual un espejo.

    Por diferentes y complejas circunstancias, Cuba divisó el futuro a lo lejos durante mucho tiempo. El coloniaje y el neocoloniaje marcaron la órbita de influencia y las tendencias. Como una mambisada intelectual que halló eclosión definitiva a principio de los ochenta, Santiago de Cuba propuso mirar hacia adentro y hacia al lado, cuando otros miraban hacia el Norte o hacia Europa del Este (a veces en un “dulce embeleso”). Aquí se dio el giro. No fue solo Joel, naturalmente, no hubiera sido posible. Él integraba el mar, pero era la cresta de la ola.

     Y nos emergió el Caribe como sustrato, como creencia; primero como Fiesta, luego como Casa. El Festival del Caribe es, sin dudas, un parteaguas en la percepción cultural, en el reconocimiento de esta región. Es además una curiosa historia: de cómo un convite engendra una cobija, de como la realidad haló a la teoría.  Fue una obra colectiva, indudablemente colectiva, felizmente colectiva… pero no será impropio decir que Joel fue uno de sus dioses tutelares.

    El Caribe, en el que siempre estuvimos insertos,  se reveló como espacio cultural antes que geográfico. ¿Acaso solo eran Caribe estas “islas sonantes”, como dijera alguna vez Alejo Carpentier? ¿No hay mucho de Caribe en la diáspora que injerta colores, ardores y saberes del Caribe,  en Nueva York o Madrid, en Londres o Montreal, en Amsterdam o en París? Joel lo vio así:

    Un sistema conceptual capaz de explicarnos el Caribe desde sus esencias, nos proporcionaría una explicación del mundo muy distinta de las hasta ahora existentes, con probable alejamiento del componente eurocentrista (…) No quiere esto decir que tenemos que desechar la cultura universal para explicarnos el Caribe; quiere decir que todo ese acervo ha de ser puesto en función de las definiciones de las realidades de la región si queremos alcanzar a comprender estas mismas realidades”.[2]

     La capacidad para develar la condición de reservorio espiritual de la cultura popular tradicional como fragua de la independencia de nuestras naciones; la conciencia de ir de la exégesis a la práctica, de construir una plataforma que  visibilice y jerarquice a sus manifestaciones y cultores; la responsabilidad de sostener todos los años una olimpiada cultural ―que eso y no otra cosa es nuestra Fiesta del Fuego―, es a mi entender, un aporte monumental a la cultura cubana.

    Un pensamiento de conexiones / Vergüenza contra dinero

    En 1824, en El Habanero, Papel Político, Científico y Literario que Félix Varela redactó con muchos esfuerzos desde su exilio en Filadelfia, escribió “Tranquilidad de la Isla de Cuba”. Es uno de los artículos más conmovedores que cubano alguno haya escrito alguna vez sobre su patria. Han pasado casi 200 años. Recordemos algunas líneas: 

    Hasta ahora el pecado político casi universal en aquella Isla, ha sido la indiferencia, todos han creído que con pensar en sus intereses y familia han hecho cuanto deben, sin acordarse de que estos mismos objetos de su aprecio siguen la suerte de la Patria, que será lamentable si no toman parte en ella los hombres que pueden mejorarla, y aún hacerla feliz.

    (…) no es el menor sacrificio que puedo hacer por ella, el hablar cuando otros callan, unos por temor, y otros porque creen que el silencio puede, sino curar los males, por lo menos, disimularlos y quieren recrearse con la apariencia de un bienestar de que ellos mismos no aciertan a persuadirse (…) 

    La verdad siempre ha tenido enemigos y jamás la calumnia ha dejado de atacar a sus defensores.[3]

    En 1965, Ernesto Guevara de la Serna escribió para el semanario Marcha de Montevideo, El socialismo y el hombre en Cuba. La Revolución en el poder vivía lo que se ha denominado etapa épica y el Che diserta sobre la economía, la conciencia, la construcción del socialismo, las concepciones ideológicas y aquella corriente llamada “realismo socialista”. Permítanme traerles unas líneas:

       “Si un hombre piensa  que para dedicar su vida a la revolución, no puede distraer su mente por la preocupación de que a su hijo le falte determinado producto (…) que su familia carezca de algún bien necesario, bajo esos razonamientos deja infiltrarse los gérmenes de la futura corrupción.  En nuestro caso, hemos mantenido que nuestros hijos deben tener y carecer de lo que carecen los hijos del hombre común (…)”.[4]

       Unas líneas más adelante apunta sobre los intelectuales y la revolución: “No debemos crear asalariados dóciles al pensamiento oficial ni ‛becarios’ que vivan al amparo del presupuesto, ejerciendo una libertad entre comillas”.[5]

      Voy a confesar que cuando leí el ensayo Vergüenza contra dinero de Joel James, publicado por vez primera en 1996, pensé en Varela y pensé en el Che. Aunque en circunstancias diferentes, en tiempos distintos, el verbo raigal y previsor de Varela y  su infinito amor a su tierra; la sinceridad guevariana y su propensión al sacrificio, los emparenta. Y el mismo ímpetu de mirar a la patria, diríamos que levantando el subsuelo.

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    Para muchos cubanos nacidos después del Triunfo de la Revolución en enero de 1959, la consigna de “Vergüenza contra dinero” puede resultar carente de …
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    44

      No hay islas de pensamiento, este es un proceso continuo que el tiempo enlaza de manera constante, aunque a veces se presente a primera vista, de manera aleatoria. Hay individuos capaces de tocar la médula de una sociedad, de exponer las razones que a todos convoca y a todos afecta ―y de exponerlas con altura―, de rezumar en sí el espíritu de una época. Joel James es uno de ellos.

    Joel James estaba impelido de que se le escuchara, de hablar cuando otros callaban, sin indiferencias ni silencios cómplices de los que hablara Varela; lejos de la libertad entrecomillada de la que escribió el Che. El pie de imprenta de este libro en su edición primigenia, dice así: Casa del Caribe Taller Argenis Burgos. Industrias Locales, diciembre 1996. La hechura es modesta, muy modesta. Es evidente la urgencia que Joel le asigna a este esclarecido estudio de la sociedad cubana y se adentra en él como quien penetra la maraña, machete en mano. Otras casas editoriales no se habían decidido.

    Débese a Marisol Mendoza Carrazana y a Jesús Cos Causse, la primera edición de un libro que retomó aquella consigna que enarbolaba Chibás y el Partido Ortodoxo. Hunde su análisis en la Cuba contemporánea, en sus factores éticos, en su economía,  en los peligros contra el entramado de la nación. Alberto Lescay, puso el diseño y ayudó materialmente a que el proyecto se convirtiera en realidad, cuando otros tenían reservas con aquel análisis contra el estatismo y la complacencia, con aquella apuesta por la cubanía profunda. “La verdad siempre ha tenido enemigos”, volvamos a Varela. El libro se presentó finalmente en la Uneac santiaguera y hoy, afortunadamente, suma varias ediciones.

    Vergüenza contra dinero  constituye  una muestra de honestidad intelectual, de lucidez histórica, de compromiso ético, de responsabilidad ciudadana. Abramos sus páginas:

    Lo que se encuentra detrás de Vergüenza contra dinero y en las profundidades de nuestro ser nacional, es la curiosa capacidad de la cubanía para salvarse de las acechanzas contra su propia existencia, sean estas acechanzas provenientes de fuera, o, las que son peores, resultado de excrecencias propias. Una cultura fraguada con una dimensión de sacrificio, en permanente lucha contra la injusticia y el vicio, ha desarrollado como componentes suyos muy íntimos, recursos contra todas las amenazas del abuso y la corrupción vengan estas amparadas por los discursos políticos justificativos con que quieran venir  (…) existen los que no se dan cuenta de nada y los que no quieren darse cuenta de nada.

    ¿En cuáles honduras de nuestra personalidad histórica, de nuestro tejido social (…) se agazapan, como inadvertidamente durante prolongadas etapas para luego saltar alevosamente, la corrupción, el atropello, la autoridad envanecida, el nepotismo, el amiguismo, el beneficio personal a ultranza y sus congéneres cercanos e inevitables: el divisionismo, el intervencionismo y el anexionismo?.[6]

    Las anécdotas filiales / Una entrevista retadora

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    Joel James y su hija María Victoria James Pérez (Viky)

    María Victoria James Pérez (Viky), una de las hijas de Joel, me ha referido en especial para este acercamiento, un manojo de anécdotas que lo retratan entero en su ámbito familiar:

    Fue un hombre muy paternal, diría que en extremo. Tal vez ello fue su mayor y peor virtud. Urgía amparar a todos, principalmente a los niños y viejos, porque él decía que eran los más débiles. Ello hacía que acogiéramos en nuestra casa de Bayamo 70 a todo el mundo,  por eso vivimos la experiencia de  adoptar un niño que vivía en la cuartería de la cuadra hasta que decidió regresarse con su familia.

     “Mi papá hizo cosas sui generis. He contado como me enseñó las horribles tablas de multiplicar en todas las paredes del ‛depa’ donde vivíamos (Trinidad 601 altos). Empezó desde la pequeña cocina hasta el más mínimo espacio de la pequeña sala. Siempre nos enfermábamos de la garganta y él nos cuidaba la fiebre en las madrugadas”.

     Su propia hija nos entregó unas exquisitas vivencias de los setenta, los difíciles setenta:

    “Creo que tenía poco sentido de la lógica en cuanto a temas triviales. Por eso los inicios de los 70 (cuando no había juguetes) ya iba a los montes como parte del trabajo de campo del Cabildo. En uno de sus viajes llegó con un par de juegos de sala en miniatura, hechos en madera, uno para cada una… pero no teníamos una sola muñequita para sentar en aquellos silloncitos.

    “Cuando la zafra de los 10 millones, estábamos sentadas en la puerta de Bayamo 70, mi hermana, mi mamá y yo, y de momento se nos paró un hombre al lado y ahí estuvo cerca de un minuto mirándonos. Estaba tan pero tan mugriento, barbudo y con aquel pelo rizo tan largo. que pensábamos que era un vagabundo. Creo que no tenía pena por nada físico, sí por lo que involucrara los afectos, las emociones, la integridad de las personas”.     

    Cuando invité a Joel James a la revista radial Imagen en la emisora CMKC a finales de los noventa, sabía perfectamente con el carácter que trataría. Había vivido una reunión ―una de tantas― en el teatro Heredia, donde los artistas daban a conocer la situación de las instalaciones de la cultura, las carencias técnicas…  Avanzada la reunión, Joel se apareció con aquella “voz de Júpiter tronante”  (como bien afirma su hija) reclamando la presencia del presidente del gobierno: “Si no es capaz de solucionar estos problemas, mejor pongan a un trabajador social”. No hay que decir que en pocos minutos, vimos aparecer a la máxima autoridad del territorio.

     Me juré que en aquella entrevista en vivo, no interrumpiría ninguna de sus ideas. Un diálogo público ―aunque siempre sigue ciertas reglas―, no se hace para escuchar lo que quieres, se hace para intercambiar con lo que la persona necesita expresar.  “La belleza no esté en la apariencia, sino únicamente en la verdad”, había dicho Gandhi.

     Conducía entonces lo que se daba en llamar “la entrevista principal de la semana”, y aquello se anunciaba… con bombo y platillo. No basta haber hecho mil entrevistas, cada una te asoma a un universo diferente. Una entrevista no es la alternancia de preguntas y respuestas: entrevistar es tocar. El que las haya hecho alguna vez, lo sabe. Es un desafío.

    La concepción del espacio planteaba cuatro momentos para el diálogo. Se procuraba un suspenso para enlazar el siguiente tiempo.  Lamentablemente, no podré reconstruir aquel diálogo sostenido con Joel, palabra por palabra, no se pudo grabar… empero guardo algunas frases, clavadas en la memoria, como si ahora mismo lo tuviese delante.

    Joel James Figarola llegó esa tarde al estudio con la sinceridad al filo, con una caneca de ron en la mano. ―¿Quieres?―, me dijo. Yo consideré una descortesía rechazarlo, de ninguna manera podía agraviar a mi entrevistado… y me empiné aquel trago.

    Esto había comenzado fuerte.  

    Joel James: Diálogo y estirpe 5

    Recuerdo que nos enrumbamos hacia el cubano más universal. La Editorial Oriente había publicado en 1997 su libro José Martí en su dimensión única. Reunía seis ensayos que yo había devorado. No por gusto tomaba  como inspiración la siguiente frase martiana: “Vengo de días históricos y sigo en ellos (…) Mi fe en la estabilidad y la gloria de nuestra nación es absoluta”.[7] Esa fe también la tenía la tenía Joel y por ella y en ella, entregó su vida.

    En él remarcaba la futuridad palmaria de nuestro héroe nacional. Después de propiciar que comentara al oyente sobre el volumen, sobrevino la pregunta:   ¿Cuánto se parece la sociedad cubana actual a la sociedad que soñó Martí? Esperé la respuesta. Joel se removió en su asiento y allá sobrevinieron sus palabras: “Está a años luz. Hay mucho corrupto todavía por ahí…”.

     El Festival del Caribe fue otra de las interrogantes. Y ahí pasaron anécdotas, vivencias, utopías verdaderamente hermosas… pero en un momento subió la voz: “Te voy a decir algo, aquí hay quienes violan la constitución.  Hace poco no me dejaron entrar al hotel Santiago a saludar a un amigo que vino al Festival…  yo no tengo un kilo del Festival del Caribe, el Festival me ha dado muchas satisfacciones, pero ni un kilo… Me han dado palos de izquierda y de derecha, pero nunca me he quitado mis botas de combatiente”, remarcó.

    ¿Qué puede decirse a un entrevistado así?, ¿Cómo terciarle?  Recordé al maestro Electo Silva que decía ―medio en broma, medio en serio― que Joel hablaba popular y pensaba culto.  Y me aparecí con aquello que luego escribí: Joel James posee un carcaj de flechas inagotables, pero el brazo que empuña el arco es el de un cubano mayor.  Y lo mejor son sus botas, quien las calza, en eterno combate contra lo mal hecho.

    El final de la entrevista, ya fuera del micrófono, llegó como mismo empezó, con un sorbo de ron. Su mano se posó en mi hombro antes de bajar las escaleras, como un padre lo hace con un hijo….

    Coda

    En la producción intelectual de Aníbal Joel James Figarola (13 de enero de 1942-27 de junio de 2006) hay mucho por descubrir. Resulta un imperativo impulsar sus obras, su pensamiento. No podemos descansar hasta que su legado se aquilate en toda su dimensión.  

     A Joel James la cultura cubana le debe más de lo que suele admitirse. Irremediablemente, su universalidad no hará más que crecer. Su producción intelectual no solo hay que buscarla en los libros, sino también, mucho, en su estirpe.

    No podemos renunciar a la sociedad que soñamos, pero nunca podemos solaparla con la sociedad que tenemos. Joel era de esa estirpe que reclamaba Varela “con el desinterés de un hombre honrado, pero con toda la energía y firmeza de un patriota”.[8] Ahora que cumplirías ochenta años, hubiera querido darte un abrazo. Nos haces mucha falta, Joel.  Se te extraña.   


    [1]  Joel James: “Reflexiones sobre la cultura popular tradicional”,  http://www.lajiribilla.cu./reflexiones-sobre-la-cultura-popular-tradicional. Las palabras en negritas, son destaque nuestro.

    [2] Joel James: “El Caribe, entre el ser y el definir”, en La Jiribilla, No. 487, http://epoca2.lajiribilla.cu/articulo/8154/el-caribe-entre-el-ser-y-el-definir. El destacado es nuestro.

    [3]  Félix Varela y Morales: “Tranquilidad de la Isla de Cuba”…

    [4] Ernesto Che Guevara: El socialismo y el hombre en Cuba, Editora Política, La Habana, 1988, p. 28.

    [5] Op. Cit., p. 23.

    [6] Joel James: Vergüenza contra dineroEdiciones Caserón, Santiago de Cuba, 2008, pp. 23-24. Las palabras destacadas son nuestras.

    [7] José Martí: Carta a  Sotero Figueroa, 9 de junio de 1893. Apud en Joel James: José Martí en su dimensión única, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 1997, p. 5.

    [8] Félix Varela: “Tranquilidad de la Isla de Cuba”…

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    Reinaldo Cedeño Pineda
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