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Yoss: “Hay que dejarse de llanto, leer mucho, remangarse y experimentar”

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    Publicado primeramente en el Blog Proyecto Quinta dimensión (27 de julio de 2023) por GaviotaJM

    Es un gran honor para nuestro proyecto que el multipremiado y mundialmente reconocido escritor cubano José Miguel Sánchez Gómez (hacía años no escribía su nombre, ya que todos lo conocemos, simplemente, como YOSS) nos brinde esta entrevista para nuestro blog. Sale hoy, Jueves de trucos y consejos, porque desde el principio planteamos las preguntas pensando en esos autores jóvenes (y no tan jóvenes) que están empezando en esta cosa loca de la literatura. Muchas veces en nuestro proyecto vemos aprendices que no tienen idea de por dónde empezar, de cómo terminar una obra, una vez que la empiezan, y menos de cómo colarse en el mercado editorial. Y si alguien sabe de eso en Cuba, es definitivamente Yoss. Así pues, vamos allá. 

    Sé que no es nuestra pregunta favorita, pero siempre es algo que queremos saber de los autores con tanto éxito. ¿De dónde sacas tus ideas? ¿Podrías darnos algún ejemplo específico de cómo una idea evolucionó de ese planteamiento inicial, hasta convertirse en un argumento y una novela?

    Ese de las ideas es un asunto complejo. Y con muchos factores involucrados.  

    Personalmente, considero que, como otros oficios creativos, el de escritor no tiene horarios. O sea, que incluso cuando no estás tecleando o consultando información con algún propósito concreto, tu cerebro siempre está activo. A veces he dicho, inclusive, que si elegí ser escritor es porque me sirve como la coartada perfecta para justificar todos mis diversos intereses: historia, biología, artes marciales, armas exóticas, filosofía, religión, et. Siempre puedo alegar, si me preguntan, que estoy reuniendo datos para una próxima novela. Aunque demore años en escribirla. O no la escriba nunca.

    Proceso tantos datos porque, a menudo, las ideas me surgen, pudiera decirse, por simple combinación: mezclando varios saberes que tengo almacenados, un día fermenta una pregunta clásica, del tipo ¿qué pasaría si…? O ¿y si esto no parara, si se mantuviese la tendencia actual, adónde podríamos llegar? 

    Yoss: "Hay que dejarse de llanto, leer mucho, remangarse y experimentar" 1

    En otras ocasiones es más sencillo: leyendo la obra de algún colega, me digo, pícaro: ¿y cómo haría yo esto… de modo que no pareciera un plagio descarado? O hasta: eh, pero si aquí al margen hay una idea genial que este sanaco desaprovechó miserablemente; yo puedo sacarle más jugo.

    Otras veces, lo que llega primero es la historia, a menudo inspirada en alguna trama de realismo… y eso es algo bastante frecuente: por ejemplo, mi novela Pluma de león es la versión en Ciencia Ficción de El amante, de Margarite Duras. De mismo modo que Regreso a Belzagor, una de las mejores obras de Robert Silverberg, está fuertemente inspirada en El corazón de las tinieblas, novelón de Joseph Conrad. O la genial Hyperion, de Dan Simmons, que parte de Los cuentos de Canterbury de Geofrey Chaucer. 

    ¡Muchos autores del fantástico tienen fuertes deudas con Shakespeare y sus piezas de teatro!

    Todo esto, por supuesto, es una racionalización a posteriori de un proceso que, en realidad, es muy inconsciente y difícil de definir o desglosar en etapas. La verdad es que nadie sabe de dónde viene una idea… o todos podrían tenerlas. Una de las razones por las que creo fervientemente que las  hoy tan temidas IAs nunca nos quitarán el trabajo a los escritores es que, incluso cuando puedan escribir más rápido y mejor, todavía habrá que darles ideas: justo lo único que no se puede enseñar a tener.

    Si no tienes ideas, no escribas Ciencia Ficción. O, directamente, no escribas.

    Paradójicamente, tratar de entender de dónde vienen las ideas es como creerse a pie juntillas ese artículo en el que Poe explica cómo calculó paso a paso su inmortal poema El cuervo: ni siquiera estoy seguro de que él mismo se lo creyera. Pero, citando el refrán italiano: Se non é vero, é ben trovato: si no es verdad, está bien pensado. Que también cuenta.

    No digo que nunca haya soñado con una idea, para luego despertar y escribirla directamente. Pero mi consejo es: mejor no confiar demasiado en ese método; hay que darles taller, siempre. Procesarlas, dejarlas añejar, completarlas, discutirlas contigo mismo. A veces, hasta con algunos colegas que estés seguro de que no te las robarán. 

    La Ciencia Ficción y el fantástico quizás tengan un componente voluntario mayor que otros géneros, en cuanto a generación de tramas y ambientes: los worldbuilding surgen, muchas veces, por extrapolación ad infinitum o reducción al absurdo. O de combinaciones inusuales. Claro que, mientras más elementos conozcas para transponer, más ricas serán tus opciones: de ahí el valor de la cultura general: es el substrato fértil de tu imaginación 

    ¿Ejemplos? acudiendo a mi propia obra reciente: ¿qué tal sería un mundo donde la magia coexistiera con armas de pólvora e incluso pudiera potenciar su efecto? o  ¿y si para viajar más rápido que la luz, la humanidad recurriera a unos pocos individuos especiales, los kybernetas o navegadores, que deben ingerir una droga que les permite orientarse en el espacio transdimensional… pero esa misma droga los fuese, a la vez, volviendo cada vez menos humanos?

    Ya he escrito ambas novelas, aunque todavía permanezcan inéditas: la primera, u fix up de 5 relatos de fantasía, se intitula Magia y acero, pólvora y traición, y surge de mi interpretación del subgénero llamado fantasía de la pólvora, al estilo de la saga Los magos de la pólvora, de Brian McClellan; la segunda lleva por título Considera Ouroboros, considera Origami y admito que debe mucho al concepto de la Cofradía de los Navegantes, del universo de Dune, de Frank Herbert, aunque partiendo del postulado, radicalmente distinto, de que en ese universo los humanos son sólo una raza de segunda categoría, supeditada al Círculo del Poder, el Ouroboros, siete razas ancestrales que siempre han dominado el cosmos, aunque alguna que otra haya sido sustituida por una nueva heredera. 

    Las ideas… son el principio. La piedra base. Pero el tratamiento es la catedral que se construye encima. No hay construcción sin cimientos. Ni tampoco ninguna construcción es válida sólo por ellos. 

    ¿Qué se necesita para que una idea sea original?

    Muchos de los principiantes que se nos acercan comienzan a desilusionarse cuando encuentran una gran abundancia de material ya escrito, y comienzan a sentir que han “llegado tarde” y nada de lo que hagan va a ser realmente original. Así que sobre ese tema tengo varias preguntas. ¿Qué es la originalidad para ti? ¿Qué se necesita para que una idea sea original? ¿Cuál es el factor que convierte un cliché en algo que nunca se había visto? ¿Qué importancia le das?

    Todos llegamos tarde, y varios milenios. Sí… en rigor, todo está inventado, todas las historias ya contadas y desde mucho antes que Stanislavski estableciera sus 36 situaciones dramáticas. 

    Entonces, sólo queda leer todo lo que se ha escrito… para recombinar y hacer pastiches: porque quien copia de uno, es plagiario, mientras que quien copia a muchos, y mezcla bien sus influencias, es original. 

    Todas las historias fantásticas vienen desde la Epopeya de Gilgamesh, La Ilíada y La Odisea… pero siguen escribiéndose. ¿Por qué? Porque necesitamos épicas y cuentos para ser humanos. Así que siempre habrá Homeros… o quienes aspiren a serlo.

    La clave es darle un sesgo nuevo al asunto. Por ejemplo, la actual ola LGBTI ha generado muchas alternativas antes inimaginables: ¿qué tal una saga con Ulisia, mujer viajera  ansiosa por regresar a los brazos de su fiel esposo René López? ¿o una historia de amor gay nunca consumado entre Aquiles y Héctor? Pero no sólo: también se puede repensar la historia de Gilgamesh, sólo que contada desde el punto de vista del ciclópeo monstruo Jumbaba, que se deja matar por el rey heroico y su amigo Enkidu, por estar ya cansado de ser el invencible guardián del Monte de los Cedros y siempre subordinado a los dioses que los desprecian. 

    Dos de las mejores historias de fantasía que leído nunca narran, una, la mitología escandinava desde la visión del Loki, el dios tramposo; y la otra, la conquista secreta del Oeste americano por los vampiros europeos.

    O sea, que hay que dejarse de llanto, leer mucho, remangarse y  experimentar… y como todo experimento, la mayoría de las veces saldrá mal: no hay que engañarse. Pero de vez en cuando también se toca la flauta, como el burro de la fábula. La constancia es clave ¡Pocos apostaban por J. K. Rowling, cuando mezcló las clásicas historias de internados infantiles, a lo Enid Blyton, con la magia… pero Harry Potter es hoy ya un clásico indiscutible!

    Eres uno de los autores más prolíficos de Cuba. ¿Cómo logras escribir tantas cuartillas, tan rápido? ¿Tienes algún proceso particular?

    No hay ningún secreto: tecleo con todos los dedos, unas 120 palabras por minuto,  escribo todos los días, y varias horas, no tengo hijos, perrito ni gatico… pero tampoco otro trabajo que me robe tiempo. No es buen método para hacerse rico: a duras penas gano para vivir, siendo sinceros. Bueno, como todo cubano que no trabaje en turismo o sea dueño e una mypime. 

    Pero disfruto mucho haciendo lo que me gusta, porque prefiero escribir antes que haber escrito: siempre lamento cuando termino una historia, aunque a menudo ya entonces esté ansioso por acometer la nueva que tengo en cola.

    Cada día, cuando me siento al teclado, comienzo revisando lo que escribí el anterior… y luego, ya imbuido del espíritu de la obra, sigo generando material nuevo. Así, mis escritos son una especie de palimpsesto, pues los voy revisando mientras crecen. Y siempre, al final, hago un par de revisiones más, desde el principio hasta la palabra fin. Que ya son más rápidas.

    Revisar y corregir es la clave de la calidad final. Y nunca escribir más que lo que a ti mismo te gustaría leer. A veces, hacerlo no te permitirá ganar concursos, ni dinero… pero siempre la pasarás mejor que si vendes tu alma a las tendencias en boga.

    Eso sí, e insisto: si tu idea es enriquecerte con esto… suerte, pero no puedo aconsejarte. Todavía no he descubierto cómo se hace: a duras penas he logrado no morirme de hambre. Mejor dedícate a vender viandas en una carretilla. O a cantar reguetón.

    ¿Cuándo y cómo te diste cuenta que habías desarrollado un estilo propio, y cuánta importancia le das a esto?

    R/: Quisiera creer que no tengo un estilo propio, sino varios. Que soy proteico, no el mismo Yoss cuando escribo fantasía que cuando escribo CF humorística o space opera… pero, seguramente, en el fondo hay elementos comunes en todos mis textos: prolijidad en los detalles, humor negro y juegos de palabras, obsesión por los combates, oraciones compuestas largas con muchas subordinadas, énfasis en la visualidad y las descripciones… tics que permiten a cualquier lector reconocer mi mano. O eso dicen algunos, al menos.

    No sé si esto es bueno o malo. Si un defecto o una virtud. Porque me gusta reinventarme con cada novela; intento sorprender a los que me siguen, pero, al mismo tiempo, disfruto regresando una y otra vez a la misma clase de personajes: el guerrero ultra poderoso, el veterano cínico y desengañado de los ideales bajo cuyo estandarte un día luchó, el cazador obsesionado con la presa inatrapable… siempre con matices distintos, o eso intento.

    Pero, concretamente, supongo que fue en Al final de la senda, una novela que publiqué en 2006, aunque ya la había escrito 10 antes, cuando comencé a pensar que tenía un sello propio. Algo que reafirmé en el 2001 con Se alquila un planeta, mi obra más publicada, aparecida en español, inglés, francés y bengalí… aunque aún siga inédita en Cuba.

    De todos modos, aún no tengo 60. Y Milan Kundera siguió escribiendo hasta los 94 ¿no? así que ¿quién sabe?

    Eres una enciclopedia en muchos géneros literarios aparte del fantástico, y sabemos que has incursionado con mucho éxito en estos otros géneros. Esto es algo que no se ve mucho en el Fantástico. ¿Aconsejarías hacer lo mismo? 

    R/: Fervientemente, sí. No sólo a menudo ensayo en historias de realismo enfoques y técnicas narrativas que luego desarrollo y pulo en mi obra principal, la fantástica…si no que ¿para qué vamos a engañarnos? ni en este país ni en el mundo se reconoce mucho a los autores que no son del mainstream. Ni Jorge Luis Borges lo ganó, ni tampoco parece que Stephen King vaya a llevarse el Nobel de Literatura antes de morir. Y no tenemos ningún Premio Nacional de Literatura que haya escrito sobre todo fantástico… aunque el uruguayo naturalizado cubano Daniel Chavarría coqueteó a menudo con el género.

    Vaya, que si quieres que te respeten y te tomen en serio, no basta con ganar el [concurso de]Juventud Técnica, el [Premio] David y el Calendario, La Edad de Oro y el Hydra, galardones todos de Ciencia Ficción o fantasía. Te hace falta el espaldarazo de un Cortázar, idealmente un Carpentier o un Casa de Las Américas. Aunque, ya sabemos, los jurados de tales concursos “serios” a menudo te dicen cosas tan agradables como “nos encantó tu cuento, pero como era Ciencia Ficción (o humor), los jurados decidimos que premiarlo rebajaría el nivel del certamen”. Ja. Como si los escritores del fantástico fuéramos una subcategoría apestada…

    Aunque, claro, tampoco faltan quienes se quejan de que tenemos demasiados concursos especializados, sobre todo para no escribir tan bien…

    Imagino que con la Ciencia Ficción, sobre todo, esos sesudos puristas lo hacen para no confesar que les falta cultura científica para entenderla.

    Supongo que, además de un poco de envidia, ese menosprecio es reflejo de la actitud de la academia, que se niega con terquedad a tomarse en serio a las literaturas populares, pese a que hace poco (en el último medio siglo) haya tenido que aceptar ¡y eso a regañadientes! al policíaco.

    Imagino que con la Ciencia Ficción, sobre todo, esos sesudos puristas lo hacen para no confesar que les falta cultura científica para entenderla. Porque en este género confluyen ambos saberes: el humanístico, y el tecnológico: son historias para hombres del Renacimiento o que al menos aspiran a serlo, estimados críticos. Así que… aprendan algo del mundo moderno y no digan más que las uvas están verdes. Sobre todo cuando todo el mundo las ve púrpuras y maduras.

    Y vaya diatriba, por cierto ¿no?

    Yoss: "Hay que dejarse de llanto, leer mucho, remangarse y experimentar" 2

    Danos una lista de cinco novelas y cinco cuentos “imperdibles” en lo que a Ciencia Ficción o Fantasía se trate, algo que todos los jóvenes escritores deberían leer. Si quieres, para los lectores más académicos, danos una lista de imperdibles en cuanto a ensayo y estudios sobre el género. 

    R/: Ya he hablado de varias novelas de peso, pero citaré otras 5: Los propios dioses, de Isaac Asimov: una de las mejores descripciones de una sociedad extraterrestre no humanoide jamás escrita. ¡Tigre!¡tigre! de Alfred Bester: la gran novela de la teleportación, con una exuberancia imaginativa que aún hoy quita el aliento; La mano izquierda de la oscuridad, de Ursula K. LeGuin: Ciencia Ficción antropológica de altos kilates y encima, pionera en el tratamiento de los problemas de género. Tropas del espacio, de Robert Heinlein; la madre de todas las historias de space opera militar. Y Misión de gravedad, de Hal Clement; lo mejor de hard CF nunca escrito, pese al estilo pobre de su autor.

    Pero, por sombríos que sean estos pronósticos, creo que la literatura sobrevivirá a todo eso. Porque los hombres necesitamos historias… y algunos no podemos pasar sin contarlas.

    Cinco cuentos insoslayables: Todos ustedes, zombies, el primero del genial Robert Heinlein, que inspiró el filme Predestination, con un Ethan Hawke insuperable; Anochecer, de Isaac Asimov, no en balde muchas veces votada como su mejor historia; Ángeles del Carcinoma, de Norman Spinrad, imaginación y New Wave en grandes dosis; Los cangrejos caminan por la isla, de Anatoli Dneprov: una lección atemporal de cómo desarrollar una situación dramática fantástica hasta sus últimas consecuencia; e Incluso la reina, de Connie Willis: la mejor reducción al absurdo del discurso feminista que pueda imaginarse ¡muy divertido!

    Y podría citar el doble, créanme. 

    En cuanto a obras teóricas, aquí van mis 5 favoritas: Ciencia ficción: guía de lectura, del experto catalán Miquel Barceló: reseñas y comentarios sobre muchas de los grandes autores textos del género. Metamorfosis de la  ciencia ficción, del servio Darko Suvin: el primer estudio serio sobre el género, con muchos conceptos válidos, aunque no todo haya envejecido bien. Deconstructing the starship, de la británica Gwyneth Jones… no se ha traducido al español, pero tiene un enfoque agradablemente feminista, sin llegar a feminazi; Ciencia ficción: las 100 mejores novelas, de otro inglés, David Pringle; una guía de lectura más, también infaltable; y Crónicas de lo ajeno y lo lejano, de nuestro compatriota Reinaldo Acosta, lo primero de teoría del género aparecido en Cuba y de lejos lo mejor.

    Sobre el sistema editorial, ya sea cubano o extranjero, que cada día parece volverse más difícil, ¿qué le aconsejas a los que empiezan ahora?

    R/: Creo que ya di un consejo clave: escribir también realismo, y sobre todo, mandar a todos los concursos que se pueda, con ánimo de ganar, publicar y hacerse visible. Por demás… la crisis del sistema editorial no es sólo cubana, ni resultado de nuestro casi colapso económico y coqueteo con la condición de Estado fallido; a nivel mundial, esta década va a establecer nuevos paradigmas de publicación. Para bien y para mal… o ambos. Puede marcar el fin de las grandes editoriales, abrumadas por la ola de aficionados publicando birrias en sitios como wattpad; el fin del libro analógico, salvo como objeto de lujo o curiosidad; el fin de los escritores, en tanto que generadores de contenido, desplazados por las IAs… o hasta el fin de los lectores, que preferirán ver memes y series antes que leer novelas, prefigurando una futura generación de cuasi disléxicos.

    Pero, por sombríos que sean estos pronósticos, creo que la literatura sobrevivirá a todo eso. Porque los hombres necesitamos historias… y algunos no podemos pasar sin contarlas. Tal vez no nos ganemos nunca más la vida con ellas, como unos pocos privilegiados han conseguido hacer hasta hoy… pero no por eso vamos a dejar de escribir. Ni jugando. Y es que nadie se hace escritor porque quiere: llegamos a este oficio-maldición sólo porque no podemos evitarlo. No se escribe por la fama, el ego o el dinero; escribir es un vicio y una condena, y por eso siempre habrá quien siga haciéndolo. Con o sin la ayuda de una IA. 

    Esa es mi mayor esperanza, incluso en estos tiempos post pandemia y preapocalípticos, que tantos ven como preludio, no ya del fin de la historia que tan erróneamente profetizaba Fukuyama en 1991, sino del fin de todas las historias.

    Si tienes alguna recomendación adicional en cuanto a cualquier tema, venga. 

    R/: Poco más que decir, para los jóvenes colegas: sólo que escriban mucho y lean más. Porque la literatura se parece un poco al proceso digestivo, pero al revés mientras mejor alimento consumes, menos mier… excretas.

    Y que tampoco se sulfuren cuando alguien que les parece que escribe mucho peor acapara premios. La literatura es muy subjetiva: ¿quién sabe? tal vez en cien años a ese afortunado nadie lo recuerde, y a ustedes, en cambio…

    Porque hay que soñar ¿no?

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    Equipo Editorial
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    El personal editorial de Claustrofobias Promociones Literaria esta coordinado por dos amantes del mundo literario cubano. Yunier Riquenes, escritor y promotor cultural y Naskicet Domínguez, informático y diseñador.

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