
Cada día algún amigo publica su correspondiente escrito donde deja expresado –con fuerza y carácter-, que “no autoriza a Facebook para utilizar sus datos” y con ello cree, seriamente, que ya resolvió todos los problemas. Incluso algunos con los que he intercambiado, piensan que ante una discrepancia, pudieran iniciar una querella internacional contra la archiconocida Red Social.
Dejemos claro algo. Desde el mismo momento que creamos un perfil en esta o en cualquier otra Red Social, aceptamos -incluso sin leerlos- sus términos y condiciones. De ahí en lo adelante, TODO lo que suceda, es parte del juego, donde, si se llegara a cerrar el contrato, seguiríamos dependiendo de lo que ellos deseen hacer con nuestra información.
Comienzo por el lugar para establecer una demanda, sin olvidar que “…al usar Facebook consentimos que nuestros datos se almacenen en Estados Unidos y, por tanto, les aplique la legislación vigente en el país…”, y que “…Facebook es una empresa estadounidense, por tanto, se aplica la ley estadounidense de protección de los derechos de autor (Digital Millennium Copyright Act) o la ley de protección de la privacidad de vídeo (Video Privacy Protection Act, VPPA) y, en caso de demanda, el fuero que aplica es el del tribunal del Distrito Norte de California o en un tribunal estatal del Condado de San Mateo…”. Así que ya saben dónde deben ir a plantear el juicio.
Desde un inicio nos avisan sobre lo que harán con nuestros datos: “…al usar nuestros Productos, aceptas que podemos mostrarte anuncios que consideramos pertinentes para ti y tus intereses. Para determinar qué anuncios personalizados mostrarte, usamos tus datos personales…”.
En algún otro momento explican “…no vendemos tus datos personales a los anunciantes ni compartimos ningún tipo de información con ellos que te identifique… en su lugar, los anunciantes nos proporcionan información, como el tipo de audiencia a la que quieren llegar con sus anuncios, y nosotros los mostramos a las personas que puedan estar interesadas en ellos…”. Que no es lo mismo, pero es igual.
Tampoco es que sea tan malos. Sólo lo hacen para ayudar. “…usamos tus datos personales, como la información sobre tu actividad y tus intereses, para mostrarte aquella publicidad que pueda resultarte más relevante…”.
¡Ahí está el detalle!, diría Cantinflas
Y entonces, sin utilizar palabras vulgares, nos recuerdan el “juego del esqueleto”. “…Ninguna disposición de las presentes Condiciones te priva de los derechos que tienes sobre tu propio contenido” -¡Qué lindo!-. “…no obstante, para poder ofrecer nuestros servicios, debes concedernos algunos permisos legales (denominados “licencias”) a fin de usar dicho contenido. Emplearemos estas licencias únicamente para ofrecer y mejorar nuestros Productos y servicios…” . ¡Ahí está el detalle!, diría Cantinflas.
A lo mejor algunos se quedaron con dudas y ellos no tardan en aclararlas: “…nos concedes permiso para usar tu nombre, tu foto del perfil e información sobre las acciones que realizas en Facebook junto a anuncios, ofertas y otro contenido publicitario o comercial que mostramos en nuestros distintos Productos, o en relación con estos elementos, sin ofrecerte compensación alguna…”.
Incluso, ni borrando o cerrando contrato nos libramos, pues, como expresa uno de los artículos de referencia al final de este escrito: “…cuando eliminamos un contenido de Facebook, no es descabellado pensar que éste desaparezca de la red social; sin embargo, las cosas no son tan simples. Facebook nos avisa que aunque borremos algo, puede que no desaparezca del todo porque, como buena empresa tecnológica, guarda copias de seguridad de sus bases de datos y contenidos y los retiene durante un tiempo para poder recuperar información. Por tanto, aunque borremos algo, lo más seguro es que Facebook lo siga conservando”.
Así que ya saben. Como dice la canción, Facebook, “lo tiene to pensa´o”. Lo mejor hubiera sido no entrar, pero si ya lo hicimos, les propongo un consejo que no aparece en los Términos y condiciones: Acomódense, que el viaje es largo. Así funcionan los servicios “gratuitos” en el mundo comercial. Una vez más les recuerdo que no es el algoritmo, es la dictadura del desconocimiento quien nos manipula.