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Informatizar para la sociedad: Comunicar y nuevas tecnologías I

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    Cuando era estudiante universitario, nos preparábamos para una especialidad que debía relacionarse con público. General o especializado, niño, joven o adulto. Por tal razón nos explicaban en varias asignaturas, el complejo entramado de la comunicación. Ha llovido mucho y nuevas teorías exponen este proceso, basadas en esquemas y variantes actuales para explicarlo, desde el cuestionamiento sobre el inicio del proceso comunicativo, dividiendo entre el que necesita y solicita el mensaje o el que lo emite, hasta los objetivos que se persiguen y las formas de evaluar su efectividad.

    No obstante, algunos conceptos no han variado. Comunicar no es SOLO liberar información. Sin olvidar que cada envío puede conllevar también, enviar la información que no se desea. Tampoco existe comunicación, sin evaluación de impacto del mensaje. Ni pensar que la repetición extrema del mensaje, sin cambios, logra los resultados esperados. Muchísimo menos, creer que SILENCIO es MENSAJE, cuando se debe hablar.

    En las dos últimas décadas, cuando me adentraba en Internet, al igual que otros millones, comprendí que allí estaba la nueva comunicación. No, por sus contenidos, sino por sus formas y por el uso de esas nuevas tecnologías. Así, en cada clase que imparto, repito el concepto básico de que toda presencia en la red, desde pagar una factura por medios electrónicos, hasta leer una noticia, es ejercer un proceso comunicacional.

    Me atreveré a seguir utilizando un esquema básico de comunicación, el cual no obstante las variaciones modernas que se puedan aducir, sigue explicándola en síntesis, por demás, muy comprensible.

    EMISOR – CODIFICADOR – CANAL – DECODIFICADOR – RECEPTOR y RETROALIMENTACIÓN, la cual en la realidad, es recomenzar el esquema en sentido inverso.

    Todo el tiempo estamos enviando o recibiendo mensajes. Estamos comunicando (con o sin intención) y existe un oído que escucha, un ojo que ve o un dispositivo que graba, para que la memoria sea infinita.

    El personaje de la mujer informática en la serie Mentes Criminales, repitió muchas veces: Internet no olvida.

    Los jugadores de póker, dominan en extremo la comunicación y su rostro (cara de jugador de póker), trata de enviar la menor cantidad posible de expresividad, para lograr el máximo resultado, mientras sus oponentes no sean capaces de identificar sus reales intenciones, desde un farol hasta una mano ganadora.

    ¿existirá alguien tan ingenuo o tan exótico, que se pueda creer ajeno a todas esas realidades, sólo porque sus conceptos sean superiores o, como se dice en buen cubano, esa persona se mueve entre el aceite y la tabla del uno, o sea, todo le resbala y le da igual?

    Sin pretender simplificarlo, el objetivo del mensaje siempre será el proponer o defender el punto de vista y los intereses del iniciador de esa comunicación y, con ello, cambiar de alguna forma la posición del receptor.

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    En varias ocasiones se ha hecho el experimento entre comunidades consumidoras de bebidas gasificadas y al preguntarle sobre una marca, el nombre que sale como respuesta es Coca-Cola. Pudiera decirse que ya se logró toda la meta posible de posicionamiento en la mente del consumidor. Es real, pero esa firma-marca sigue dedicando diariamente millones a sus campañas promotoras de mensajes. Basada en su botella clásica de la figura femenina “fácil” de sostener, o la lata con el nombre Coke. Sea con las adaptaciones modernas de tipografía o manteniendo lo recurrente de sus letras que proponen estar enlazados “por siempre”, incluso con la magia del “secreto” alrededor de la fórmula, todo el tiempo se envía un mensaje cuidadoso para lograr objetivos comerciales muy bien estudiados y definidos.

    Súmese ahora la tercera década del siglo XXI. Las nuevas tecnologías. La omnipresencia de la captación de “realidades” por dispositivos al alcance de muchos. No olvide la repetición inmediata de Norte a Sur y de Este a Oeste. Tampoco cualquier cantidad imaginable de dinero y recursos disponibles, ni dejar a un lado la falta de ética básica y ya tienen todos los ingredientes para el coctel explosivo de la comunicación más tecnología, en el siglo XXI.

    Y viene una pregunta: ¿existirá alguien tan ingenuo o tan exótico, que se pueda creer ajeno a todas esas realidades, sólo porque sus conceptos sean superiores o, como se dice en buen cubano, esa persona se mueve entre el aceite y la tabla del uno, o sea, todo le resbala y le da igual?

    Esa posición, para ciertos niveles de personas, dadas sus características de vida, pueden ser viables, para otras personas, dadas sus responsabilidades públicas, se pueden convertir en un suicidio social o en un desgaste extremo, tanto en tiempo como en recursos (como si el tiempo no fuera un recurso y muy valioso) y de la más volátil de las cualidades: un desgaste de credibilidad.

    Informatizar para la sociedad: Comunicar y nuevas tecnologías I

    Se aducen frases ligadas a la comunicación como “no existe una segunda oportunidad para una buena primera impresión” o “en materia de personalidad, lo construido en años, puede perderse en un segundo”.

    Y me debato entonces entre dos preguntas. ¿Podré hacer llegar mi mensaje? ¿Regresarán a leer las otras partes de esta opinión?

    Llego así a las dos cuartillas que siempre respeto y seguimos hasta la próxima entrega. Evaluaré mi mensaje a partir de sus opiniones.

    Victor Fernández
    Claustrofobias Promociones Literarias
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