
Por Comunicación Casa de las Américas (La Ventana)
La Habana, 28 may.- Este día se recordaron otros muchos árboles de vida en la Casa de las Américas. La institución que, desde su fundación por Haydee Santamaría a unos pocos meses del triunfo revolucionario de enero de 1959, se dedica a promover el arte y la literatura latinoamericanos acogió esta vez un homenaje muy especial.
La inauguración de la exposición fotográfica “Médicos y no bombas” y la presentación del libro Diario de Turín. La solidaridad en tiempos de pandemia, del ensayista Enrique Ubieta Gómez, fueron el tributo de la cultura cubana a nuestras brigadas médicas internacionalistas.
El compañero Miguel Díaz-Canel, Primer Secretario del Comité Central del Partido y presidente de la República de Cuba y otros dirigentes del Partido y el Gobierno, acompañaron a varias decenas de médicos y enfermeros integrantes del Contingente Henry Reeve, quienes estuvieron en representación de los miles de colaboradores cubanos de la salud que, desde hace 58 años, han sabido llevar allí donde hace más falta el mensaje solidario de la Revolución cubana.

Fue precisamente el presidente Díaz-Canel quien dejó inaugurada en la galería Latinoamericana de la Casa la exposición fotográfica “Médicos y no bombas”, coordinada por la Unión de Periodistas de Cuba y la Casa de las Américas, la cual recoge importantes momentos del quehacer del Contingente Henry Reeve. Más tarde, en la sala Che Guevara, fue presentado el volumen del ensayista Enrique Ubieta Gómez que recoge en más de trescientas páginas la cotidianidad de la brigada médica cubana que prestó ayuda en Turín. Narrar el combate de los colaboradores cubanos contra la muerte real, en los momentos más terribles de la pandemia en esa ciudad italiana no solo constituyó un ejercicio de profesional para el reportero sino también la oportunidad de realizar una reflexión personal sobre el proyecto social cubano de estirpe humanista.
El libro Diario de Turín. La solidaridad en tiempos de pandemia fue presentado por el escritor José Ernesto Nováez, coordinador del capítulo Cubano de la Red en Defensa de la Humanidad y vicepresidente de la Asociación Hermanos Saíz, por el doctor Julio Guerra Izquierdo, quien estuvo al frente de la Brigada Médica Cubana en Turín, Italia, y por su autor. Sobre el testimonio la doctora Graziella Pogolotti, autora del prólogo del libro, ha dicho que fue “un cálido aliento, frente al costado oscuro de la realidad”.
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Tuvo particular significado el hecho de que la presentación se realizara justo en la sala Che Guevara de la Casa, desde la cual se rinde homenaje permanente al médico y revolucionario, símbolo en todo el orbe del humanismo, el altruismo y el internacionalismo. El Che fue médico y siempre lo guió la firme convicción que compartió con los miembros de Colegio Médico Nacional el 13 de enero de 1959, cuando dijo: “vale, pero millones de veces más, la vida de un solo ser humano, que todas las propiedades del hombre más rico de la tierra”. Y así lo aseguran todavía hoy los médicos cubanos en cualquier rincón del planeta.
Cuando una pandemia de alcance planetario ha develado las incapacidades del sistema neoliberal para atender las necesidades básicas de los pueblos y salen a flote oscuros contubernios para acaparar insumos y sacar jugosos dividendos de las vacunas, la solidaridad de Cuba y el empeño de nuestro gobierno, en diálogo con médicos y científicos, por encontrar las mejores respuestas para nuestra población nos hace pensar en las estremecedoras palabras de José Martí: “Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana. Esos hombres son sagrados”.

En presencia de algunos de esos hombres sagrados, fue justo recordar a Fidel. “Médicos y no bombas”, dijo el comandante que enviaría Cuba a los más oscuros rincones del planeta. Con Fidel, la verdad de Cuba se agiganta, cuando nuestra colaboración llega no solo a olvidados parajes sino también a lugares del primer mundo. Estas experiencias, unas terriblemente tristes y otras que nos hacen pensar que un mundo mejor es posible, se recogen tanto en el libro como en la muestra fotográfica inaugurada.
Relata el texto, que junto al hospital de Turín, un árbol se fue llenando de cintas, representación simbólica de existencias salvadas por manos cubanas y otras solidarias que trabajaron codo a codo. Hace pensar esto en un árbol de la vida, un árbol como el que acompañó en sala esta jornada, comentó el ensayista en sus palabras.
El arte ha estado siempre al lado de las más nobles causas de nuestro pueblo y acompaña también hoy sus más grandes desafíos. Y si del homenaje de la cultura a nuestras batas blancas se trataba, un tema especial, devenido en himno, se ha convertido en la banda sonora no solo de campañas de salud, sino de la vida de los tantos que se arriesgan, lejos de su hogar, de sus seres queridos, en un ejercicio de pleno humanismo. Por eso la tarde trajo los acordes del dúo Buena Fe, que tanto agradecieron los invitados.
FUENTE: Revista La Ventana de la Casa de las América (Texto y fotografías)