
Mis comienzos como escritor fueron en el año 2004 cuando Jesús Minsal Díaz y yo conformamos un equipo de trabajo cuya intención era la de crear guiones para historietas. Debido a la entonces, y aún presente, situación de la historieta en nuestro país, decidimos probar suerte con la literatura, llevando al texto narrativo las ideas que íbamos concibiendo.
Luego de casi 10 años, logramos nuestra primera publicación en una editorial nacional. Durante ese tiempo, producimos varios cuentos y novelas juntos, en un equipo de cuatro manos en el que escribíamos todo a la vez y nos revisábamos mutuamente hasta el cansancio. En muchas ocasiones, tanto a Jesús como a mí, nos preguntan cómo conseguimos realizar una labor de escritura partiendo de puntos de vistas diferentes. A eso siempre le damos la misma respuesta: «con mucho trabajo».
Lo cierto es que, para hacer equipo con otra persona, ambos deben tener cierto nivel de afinidad y respeto mutuo, pero lo principal es comprender que no importan la opinión personal, sino lo mejor para la obra. Esto implica que ni siquiera estando los dos en lo correcto en una desavenencia se deben decantar por algunas de sus opciones. Por el contrario, será la trama, los personajes, la historia, quien decida por los autores cuál es el mejor camino a seguir. Para llegar a ese nivel de relación con la obra es necesario haberse fraguado una gran fuerza de abstracción, así como estar resguardado del ego y el amor propio. No siempre vas a tener la razón en todo, tú también te equivocas, nadie es mejor que los demás, entre otras pautas que ayudan a mantener la soberbia y el orgullo a raya.
Manías
En cuanto a manías, Jesús y yo estuvimos varios años trabajando en su casa. Hacíamos sesiones de escritura y luego nos sentábamos a ver alguna película o a jugar videojuegos. Nuestro estilo narrativo le debe mucho a estas actividades, ya que apostamos por una literatura cinematográfica donde la lectura genere imágenes reales en la mente del lector y el ritmo de las historias consiga mantenerlo atrapado. De ahí que el anime, las series televisivas, el cine en general, los videojuegos, las historietas, la animación mundial y casi todas las obras audiovisuales que generan entretenimiento, forman parte de la base con que creamos las novelas y relatos. Pero también las novelas de caballería, los best-sellers modernos, los libros de ciencia ficción y de fantasía tanto actuales como clásicos.
A partir del año 2014 comencé a trabajar de forma más independiente. Para ese entonces mi base escritural se había desarrollado y me estaba separando cada vez más del estilo directo y llano de Jesús. En ese año vio la luz mi primer libro en solitario, una colección de cuentos donde los personajes iban de un extremo a otro, bandeándose entre la humanidad y la bestialidad. Personalmente, me siento muy atraído por las tramas que obliguen a los personajes a realizar acciones macabras o a solucionar sus conflictos de manera violenta. Esto se debe a que soy un amante de la literatura de terror y encuentro en ese género una fuente de constante inspiración.
Mis rutinas
Mi rutina para escribir ha evolucionado con el tiempo; de hecho, no creo haber tenido una rutina, sino varias. Durante algunos años trabajé como custodio en diferentes lugares y en ese entonces escribía por la madrugada, un momento bastante cómodo y tranquilo. Luego de nacer mi hija, cuando mi esposa se reincorporó al trabajo, estuve cuidando a la bebé por varios meses y me hice la rutina de trabajar en casa durante las horas de la mañana y la tarde. Mucho antes de todo esto, cuando era operador de micro en una base de almacenes, aprovechaba el tiempo libre para escribir en mi centro laboral.
En el momento de escribir, me gusta tomar café, antes o durante la sesión de trabajo. También acudo a servirme un poco de bebida, principalmente whisky o ron añejo, para desinhibirme y soltar más el instinto. Otra de mis costumbres es releer todo lo que escribí el día anterior, previo a comenzar la jornada de escritura; en el caso de que la obra haya estado mucho tiempo en espera, la releo completa. Por cierto, NUNCA me siento a escribir sin tener en mi mente bien claro lo que deseo de la historia y sus personajes, qué camino tomarán, qué va a pasarles, por qué, cómo reaccionarán, por qué, cómo culminará la trama, dónde pondré los puntos de giros, qué elementos serán los detonantes de la historia, etc. Para mí, trabajar de otra forma es como cocinar una tortilla en una sartén sin bordes: siempre termina cayéndose al suelo.
Por otra parte, necesito de cierta calma para escribir. Llegado un punto, puede molestarme hasta la más mínima interacción a mi alrededor. Muchas veces evito esto escuchando música clásica o en inglés y hasta música de animes, pero jamás música en español, puesto que las palabras en nuestro idioma me distraen, mientras que la letra de canciones en otras lenguas me ayuda a abstraerme. Me gusta que tanto mi esposa como mi hija me den espacio cuando escribo. En ese sentido ambas son un apoyo muy fuerte y su existencia, e insistencia, consiguen que no me deje vencer ante las múltiples circunstancias que he vivido, logrando así que cada cierto tiempo pueda terminar un nuevo libro.