
El poeta y editor cubano Ricardo Riverón Rojas participa en la 42 edición de la Feria del Libro de Montevideo, Uruguay. Riverón intervino en paneles que promueven la obra de Roberto Fernández Retamar y el Sistema de Ediciones Territoriales; él dirigió durante catorce años la editorial Capiro de Villa Clara, su provincia natal. Además, el poeta y editor puso a disposición de los lectores cuatro títulos que pueden encontrarse en el stand de Cuba. Riverón contó en directo para Claustrofobias.
El Ungüento de la Magdalena (humor en la medicina popular cubana) está estructurado con más de 200 relatos testimoniales sobre la presencia del humor en las prácticas de la medicina popular en Cuba. Dichas prácticas generan una narrativa y unos modos lingüísticos que el autor ha sabido explotar acudiendo al costumbrismo y a la naturaleza insólita de los testimonios. Patrimonio de las áreas rurales y de las periferias urbanas estas creaciones nos enfrentan con zonas de la cultura popular algo desdibujadas en la dinámica social cubana. Cuenta ya con tres ediciones, sucesivamente corregidas y aumentadas. Recientemente la editorial camagüeyana Ácana ha puesto a circular una nueva edición.
El verso para más reúne un conjunto de artículos y ensayos enfocados a los avatares de la creación poética. La inspiración, la relación matemática-poesía, las vertientes elegiaca y humorística son algunos de los temas tratado en estas reflexiones escritas con aliento poético y hondura reflexiva. En sus páginas finales se rinden honores a poetas que en los últimos tiempos padecen cierto olvido: Agustín Acosta, José Zacarías Tallet, Pedro Mir, León de Greiff y el poeta guerrillero mártir guatemalteco Otto René Castillo. Todos ellos son rescatados y expuestos en su grandeza expresiva en las páginas de este libro.
Por otro lado, Pasando sobre mis huellas es un libro con el cual el autor alcanzó el premio de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en 2001. En él se describe, con amenidad y no pocas incursiones en lo poético y lo humorístico, la fundación de instituciones literarias en una ciudad del interior de Cuba, todos ellos pasados por el tamiz de las vivencias del autor que, junto a otros compañeros de promoción, ocupó un lugar protagónico en esos proyectos. Constituye un curioso ejemplo de libro de testimonio escrito en crónicas que a su vez se puede leer como una novela. Se han hecho dos ediciones del mismo, la última de 2018.
Finalmente, La aldea letrada se configuró con artículos, entrevistas, ensayos y crónicas donde se describe, a veces con ánimo polémico, las asimetrías entre la capital del país y las ciudades del interior en lo tocante a la densidad institucional y a las desventajas de construir la imagen pública de un grupo importante de autores desde la desventaja geográfica, aun cuando las políticas culturales y las legislaciones cubanas protejan a todos los autores por igual. Se recogen procesos de rincones muy periféricos que no por apartados dejan de constituir patrimonio de la cultura literaria de la nación.
EN LA FOTO: En Montevideo coincidió con el trovador Diego Gutiérrez, y juntos hizo un recital de poesía y trova que titularon “Poemas y canciones de uno y de otros”. Aunque Diego vivió 20 años en Santa Clara, es la primera vez que hace algo junto a Riveron.