
Escrito por Roidys Martínez Maldonado
Si de amor se trata, este 14 de febrero te hablaré de una anécdota singular que comenzó cuando sus protagonistas ya peinaban canas.
Una historia que surgió en la capital cubana, gracias a un anuncio en Radio Progreso en el que Marcelino solicitaba conocer al amor de su vida.
Fue la primera vez que Elena escuchó hablar de aquel hombre que entregaba lo mejor de sus energías y su tiempo en el Ministerio de las Fueras Armadas Revolucionarias.
Él, apasionado de la historia de Cuba, jamás se imaginaría que a ese llamado de amor acudiría la sobrina de Oscar Lucero Moya, el Mártir del Silencio, cuya breve pero fecunda vida lo había inspirado tanto.
El parque Lennon y el cine Yara fueron los primeros testigos de sus charlas y su primer cómplice fue un poema de Mario Benedetti.
Un buen día Marcelino convenció a Elena de visitar el Registro Civil para, supuestamente, averiguar sobre un trámite y de allí salieron casados y hasta cómplices de dos adolescentes que contraían matrimonio a escondidas de sus padres y a los cuales sirvieron de testigos.
Veintidos años después, su amor no ha flaqueado para nada, y todavía se intercambian poemas y postales cada 14 de febrero.
Elena Lucero Delgado y Marcelino Ben Castrillo han sabido compartir no solo su amor como pareja, sino un amor mucho más grande: el amor a la Patria, un sentimiento que siempre ondea en sus corazones al ritmo de la bandera cubana que acompaña a Martí al frente de su casita: la guarida de su infinito amor.
Y cuando el tiempo, implacable, intenta borrar los recuerdos, Elena y Marcelino, que ya van rumbo a los 90, “desempolvan” aquella poesía que los unió hasta que la muerte los separe:
“Todavía”
No lo creo todavía
estás llegando a mi lado
de estrellas y de alegría
tu rostro, tu paso largo
todavía no lo creo
que ver contigo y conmigo
y por las dudas lo canto
y las cosas más triviales
porque estás llegando a casa
dudo de esta buena suerte
me parece fantasía
y venís con tu mirada
hace mágico el futuro
mis culpas y mis fracasos
el mundo tiene sentido
y el misterio de tus labios
todavía.