
A Jorge García Prieto
por el faro que nos une
I
Frente al mar, sobre las rocas
la luz del faro ahondó en tus ojos.
Recordé a James, el de Woolf.
Tal vez fue la sonrisa caída al final del labio,
no sé, algo me hizo saltar a ti.
Una vez en el fondo volví a encontrarte
y junto al océano todo, por fin, te tuve dentro.
A ti, A.G.
II
Han removido mis tripas
sacudiendo el interior con ambas manos.
Todas dentro.
Halaron con fuerza, un poco más.
Un solo empuje no fue suficiente.
Lo sacaron de mí y sentí el hueco.
Nunca se escuchó ese llanto.
Cerré los ojos. Suturaron.
Acomodaron mis tripas y miré al techo.
Excrementos de moscas adornaban el bombillo
matizando el proceso de la muerte.
III
Absorbe mi mundo en cada bocanada
Déjame ir de a poco cuando exhales
Soy nicotina pura, pídeme calar tus pulmones
Colócame en la esquina más morbosa de tus labios
Quiero desgastarme, no importa que dejes caer despectivo
La ceniza de mí consumida
Trasládame en tus dedos hacia mi caducidad
Esculpe la tarja y
Esfuerza un epitafio antes de escupir.
A mi madre
IV
Secretos a gritos necios, resguardo de un alma seca
Secretos, menos placer rodeado de más angustias
Mutismo estruendoso de una boca lánguida
Silencio verde, ruido lúgubre, palabra violenta
Pantomimas sin rostro, sin manos, sin pies
Remedos de ancestros voraces de felicidad
Secretos… palabras… silencios…
Boca lánguida, ruido lúgubre, sin rostro, sin manos, sin pies.