
31 de agosto de 2020 | Hoy es el cumpleaños de Marilyn Bobes, poeta, narradora y periodista de reconocida trayectoria. Desde sus primeros libros ha visibilizado los conflictos asociados al hecho de ser mujer: en la intimidad, la sociedad, la cultura, la historia. Temas como la identidad sexual, la marginación y la violencia de género son frecuentes en su obra, una de las más consistentes de la literatura cubana contemporánea.
TRISTE OFICIO
Poetisas, dijeron.
Serán tibias
y falsas
y pequeñas.
Aunque seres livianos,
no tomarán altura porque son imperfectas.
Pero si alguna toca en la palabra
como el burro en la flauta
postulemos que es mucho hombre esa mujer
y no
que es mucha mujer un ser humano.
(No una mujer nacida de la sombra
donde seremos siervos o señores.)
Y pensemos después cómo callarla.
HISTORIA DE AMOR CONTADA POR UNA DE LAS PARTES
Nos conocíamos bien
pero nos perdonábamos.
Tú decías amar mi pelo largo
y esta costumbre de leerte versos
que por entonces creía memorables.
Luego fui demasiado complicada.
Teorizaba mucho
y no aprendía a cocinar.
En una palabra:
te faltaba el cariño necesario.
Todavía pregunto de qué cariño hablabas.
Qué revisión de causa te hizo creer
que el amor tiene fórmulas y leyes postuladas por refranes.
Todavía pregunto de qué cariño hablabas
y me duele cambiarte por palabras
en esta noche en que me siento
a teorizar conmigo
mientras afuera llueve
y tú
sentado ante la mesa de otra casa
esperas el café
que una mujer
de pelo corto
te prepara.
ANOCHECERES APACIBLES
Ella lo espera.
Él no la ha advertido.
Se preocupa más bien por las noticias.
Dice que la felicidad es inalcanzable
y se arrepiente un poco
mientras enciende el último cigarro.
Ella pregunta entonces
si el domingo llegarán los parientes
y se aferra a una cara.
En la televisión: una película,
una eterna película.
Los niños juegan.
Otra noche acaba.
Después
se acuestan
a morir temprano.
SUITE CARIBE
Te inventé en Curazao.
Bajé la luna hasta tus ojos.
Di a tu cuerpo
la imperfección altiva del barroco.
Puse yerbas sacramentales en tus manos.
Y para dar amor
hice tu pecho
que llené de ternura de favela.
Después me fui a Bridgetown.
Pedí prestado un poco de lirismo
y te fabriqué un amanecer.
Le conseguí a tu boca
un instrumento igual al timbre
de las buganvillas.
Pero ante tanta música
se rindió el corazón.
Decepcionada
huí a la Martinica.
Robé al volcán su médula de fuego
y te embriagué con filtros melancólicos
que provocan el llanto.
Y cuando te morías de tristeza
te llevé a Guadalupe.
Monté con tu fantasma en un velero
y lo enseñé a mentir.
Le prescribí licencia de pirata
y con revoluciones y decretos
te curé de penumbras.
Pero entonces quisiste una princesa.
Te asesiné en La Habana.
Cancelé los pasajes de encontrarte
y compuse esta suite.
Próximamente escribiré sonatas.
La sinfonía es muy difícil de orquestar.