
El 10 de septiembre de 1883 nació en La Habana Dulce María Borrero, poeta, pintora, ensayista; notable conferencista, bibliógrafa y pedagoga. Fue miembro de la Academia Nacional de Artes y Letras y ocupó la dirección de Cultura del Ministerio de Educación. Fundó en 1937 la Asociación Bibliográfica de Cuba. Su proyección social e intelectual se distinguió por la defensa de los derechos de la mujer, expresada en textos como “El matrimonio en Cuba”, “El magisterio de la mujer: su actual significado, su misión ulterior” y “La mujer como factor de paz”. Recogió su poesía en el libro Horas de mi vida (1912).
EN EL ABANICO DE ATALA
Atala, en la humana vida
todo es frágil, todo es breve,
como un reflejo de luna
o como un lampo de nieve.
La ilusión es como una
exhalación: brilla y pasa,
sin dejar huella en la noche
del corazón. Leve gasa
es el recuerdo, y tras ella,
como una lejana estrella
en un cielo de tormenta,
apenas se transparenta
el amor, desvanecido…!
Sufre, dulce criatura,
y el sudario del olvido
no envolverá en su dulzura
tu corazón dolorido.
Fugaz es toda alegría!
Tan sólo el dolor perdura
eternamente, alma mía!
EL REMANSO
Bajo el arco fresco del ramaje umbrío,
de los arrayanes que bordan la orilla
entre la guirnalda florecilla, brilla
como una pupila de esmeralda el río.
Y es la transparencia de sus aguas puras,
inmovilizadas, tan serena y honda,
que se unen la fronda sonora y la fronda
del cristal, formando dos grutas obscuras.
Del airón altivo de una palma enhiesta
oculto en los flecos, con trinos de fiesta
modula un sinsonte sus claras octavas,
mientras doblegados amorosamente,
con leve murmullo besan la corriente
los penachos líricos de las cañas-bravas.